jueves, 25 de febrero de 2010

Prodi tiene razón. coaching: una palabra y dos estilos

Coincidimos con Romano Prodi cuando dice, en su libro “Una idea de Europa”, “Una estéril aplicación de modelos no europeos al mercado del viejo continente no sólo sería culturalmente dudosa, sino que obligaría a las sociedades de este continente a competir en un terreno que no es el propio con empresas mucho más adaptadas a esos modelos”
Aún reconociendo que gran parte de las tendencias actuales tienen su origen en autores norteamericanos, creemos que Romano Prodi tiene razón:Europa es más diversa que globalizadora, más influyente que dominadora. Esta realidad socio- cultural tiene su reflejo en la forma de entender la forma de liderar y, como consecuencia, el coaching. Pensamos (nos declaramos marcadamente optimistas) que este siglo XXI se adapta más que el anterior a nuestras aspiraciones como continente.
Ya es hora de pasar de gestionar la eficacia –reordenar procesos y reducir costes- a promover experiencias positivas entre los equipos y los clientes, facilitando con ello la creatividad compartida. Pasamos así del líder prototípico, dell mago de las finanzas, al corredor de maratón, como vía para generar valor con y para cada cliente individual.
Desde estas premisas, visualizamos el coaching como “transportar a una persona valiosa desde donde está a donde quiere ir”, resaltando con ello el valor de la diversidad, y la libertad de elección de cada persona individual. Sólo el 20% de los profesionales consideran que su compañía les permite hacer lo que mejor saben. Con este dato aterrador merece la pena una reflexión.
Sólo el 20% de los profesionales consideran que su compañía les permite hacer lo que mejor saben
El coach debe basarse más en lo que se quiere conseguir, visto desde un punto de vista sistémico, negocio-clientes-procesos y personas, que en homogeneizar la forma de liderar. El coach puede aportar más, ayudando a la persona a descubrir sus propias palancas de creación de valor y la forma de alinearlas con el propósito y valores de la compañía.
Por definición, no hay líder sin equipo ni equipo sin líder. La diferencia entre los modelos norteamericano y europeo, debemos ponerla en el peso que otorgamos a cada parte del binomio: el líder y el equipo. El modelo norteamericano pone, según nuestra opinión, excesivo énfasis en el líder, destacando uno o unos pocos líderes carismáticos, perfectos, brillantes…
Entendemos que el modelo a seguir pasa por anteponer el equipo al líder, puesto que aquí liderar es servir. La verdadera misión del líder, sea cual sea el nivel jerárquico en que se sitúe, consiste en forjar un auténtico equipo, tal y como lo entiende Cubeiro en “el Bosque del Líder”: "un auténtico equipo se constituye como tal cuando cada uno adquiere un sentido en relación a una misión común; cuando la aportación personal de cada uno es reconocida, aceptada y valorada por todos los demás. Cuando unos se referencian a otros. Ese sentimiento es una pequeña expresión de plenitud de sentido que se adquiere cuando uno se sabe esencialmente necesario".
El líder tiene que ser consciente de quien es, y más importante aún, de quien nunca podría ser, con el objeto de equilibrar sus capacidades con las del equipo.
El coach ayuda al líder a comprender y a explotar sus cualidades y las de todos los integrantes del equipo, a superar el rol y pasar al aprovechamiento de la diversidad, pasar de la visión común al sueño compartido, convertir la energía potencial en energía cinética. Liderar es sacar lo mejor de cada persona, retándola allí donde pueda tener éxito, ¡No se excuse! ¿Si no puede tener éxito en ningún sitio de la organización, para qué está en ella?
¡Hay que aplicarse! El modelo económico de Japón podría estar agotado porque se ha vuelto contracultural. La cada vez más occidentalizada juventud de aquel país es reticente a comprar su modelo tradicional de empresa. Cuando la cultura social y la cultura empresarial se vuelven extrañas a una comunidad, resulta imposible compartir una visión, perseguir un ideal.
Liderar es sacar lo mejor de cada persona
Europa tiene una rica historia de la que aprender, pero tampoco podemos negarnos la posibilidad de escarmentar en cabeza ajena. De todas formas, Romano Prodi tiene razón.
Iñigo Marquina y Fernando Iglesias - Socios directores de eurotalent

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