viernes, 26 de febrero de 2010

DON QUIJOTE, CONSEJERO

Hace poco, Expansión recogía una encuesta a CEOs sobre qué personajes preferirían tener como consejeros en su empresa. El quinteto titular era, por este orden, Jack Welch, Bill Gates, Churchill,
Carlos Goshn y Jesucristo. En el “top 50”, Napoleón, Edison, Walt Disney, Einstein, Julio César, Leonardo, Kennedy, el Dalai Lama, Martín Luther King, Mandela, Lincoln, Gandhi, De Gaulle,
Alejandro Magno, la Madre Teresa de Calcuta, Tony Blair y Collin Powell. El resto, ejecutivos o ex de Ford, Dell, Toyota, Honda, Chrysler, HP, Wal-Mart, IBM, Apple, Ferrari, ICI, BP o Virgin, además de Emilio Botín , Isidoro Álvarez y Amancio Ortega.
Puestos a imaginar, yo habría votado por El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. No sólo porque es el protagonista de la primera y más importante novela, del principal texto tras la Biblia y
porque ha inspirado a Marx y Freud, a Shakespeare, Goethe o Dostoievsky, a Delacroix o a Dalí. Salvador de Madariaga le consideró el mejor representante del espíritu europeo. Don Quijote prestaría un magnífico servicio en organizaciones necesitadas de “buen gobierno”, al menos en
siete aspectos:

- Perseguir un ideal: Alonso Quijano representa la mejor lucha por lo que uno puede llegar a alcanzar. Él considera que “el principal asunto de mi profesión es perdonar a los
humildes y castigar a los soberbios; quiero decir: acorrer a los miserables y destruir a los rigurosos” porque él vive –y nosotros vivimos- en unos tiempos en los que triunfan “por
pecados de las gentes, la pereza, la ociosidad, la gula y el regalo”
- Transmitir serenidad y confianza: “Tened paciencia, que aventuras se ofrecerán donde no solamente os pueda hacer gobernador, sino más adelante”, le explica el hidalgo a
su escudero Sancho. Don Quijote es un modelo vivo de persistencia en sus valores a pesar de las circunstancias.
- Adaptarse con flexibilidad y perseverancia: Para nuestro hidalgo, “donde una puerta se cierra, otra se abre”. Por ello, si bien es fiel a sus principios, sabe que la vida es
aventura y que nada está predestinado.
- Servir de caldo de cultivo a las iniciativas: “No hay cosa más gustosa el mundo que ser un hombre honrado escudero de caballero andante buscador de aventuras”, proclama Sancho. ¿Dirían lo mismo, y con el mismo entusiasmo, la mayor parte de
nuestros profesionales?
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Donde una puerta se cierra, otra se abre. Por ello, si bien es fiel a sus principios, sabe que la vida es aventura y que nada está predestinado.
- Valorar a las personas: Don Quijote cree firmemente que “nadie es más que otro si no hace más que otro”. Para él, “bien predica quien bien vive” porque “siempre la alabanza fue premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados”
- Generar relaciones: Con su escudero forma un tándem excepcional que influye en los demás. Se ayudan a mejorar como personas, desde la confianza y el compromiso.
- Influir por autoridad moral: “No hagas muchas pragmáticas, y si las hicieres, procura que sean buenas, y sobre todo que se guarden y cumplan, que las pragmáticas que
no se guardan lo mismo es que si no lo fuesen, antes dan a entender que el príncipe que tuvo discreción y autoridad de hacerlas no tuvo valor para hacer que se guardasen”, es un consejo de Don Quijote. Una aportación aún muy válida.
Nuestro hidalgo es uno de las mayores defensores de la libertad (“la libertad, Sancho, es uno de
los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos...”) y de la virtud. El cuarto centenario de la obra cervantina es un gran momento para leer o releer la más inmortal de las obras de ficción, el mayor legado que el humanismo ha producido en nuestra cultura.


Juan Carlos Cubeiro, director de eurotalent Publicado en Expansión & Empleo el 25 de diciembre de 2004

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