jueves, 25 de febrero de 2010

SOBRE LA INCERTIDUMBRE Y LA GESTIÓN DEL CAOS

Ya no valen las formas de pensar, de programar, de hacer o de permanecer que fueron el paradigma mágico de los últimos años del siglo XX. La velocidad que exige el mercado actual, la
configuración global y su incertidumbre exige pensar en clave de una nueva modernidad emergente dominada por elementos a veces ajenos a veces desconocidos, a veces inexistentes.
Desde ayer y por mucho más tiempo hay que gestionar en un entorno de caos. La teoría del caos, como el nuevo modelo de gestión empresarial, se basa en la toma de decisiones en situaciones complejas. De todos es conocido que la actividad empresarial es muy sensible, un
verdadero termómetro social influido por multitud de variables y circunstancias que nada tienen que ver con el quehacer cotidiano.
Ahora es el momento de aplicar la teoría del caos en las gestión empresarial. Desde hace dos años, quizá algunos meses más, el mundo se está moviendo a ritmos inesperados que flagelan el
mercado por todas partes. El 11 de septiembre aterrorizó al recién nacido siglo XXI, y eso fue sólo el comienzo de la incertidumbre que está golpeando y va a seguir golpeando nuestro mundo durante los próximos años.
La incertidumbre se ha hecho fuerte en la gestión de las empresas instalándose a través de muchas y variadas realidades: la globalización y los criterios de la nueva economía, sin duda
beneficiosa, quizá imprescindible a medio plazo, se sustentan sobre dos pilares: la tecnología y el nuevo sistema monetario que cambiaron de la noche a la mañana costumbres milenarias y modelos más o menos ordenados y eficaces de hacer las cosas.
Luego vinieron acciones terroristas internacionales que conmocionaron al mundo y metieron el miedo en los hogares, atrincherándolos. Los conflictos bélicos que detienen la actividad
económica y ralentizan el futuro y por supuesto la denominada desaceleración, ese proceso pendular que pretende ajustar el crecimiento económico a la realidad social, produce desequilibrios empresariales y no se sabe cuándo o por qué va a terminar, aunque los índices de
consumo del pasado mes de noviembre han sido más alentadores de lo que muchos opinaban o pronosticaban a favor de sus beneficios e intereses.




La incertidumbre es la realidad de hoy. Va a seguir existiendo mañana. El mundo ha cambiado y las empresas y nuestros mercados tienen que cambiar y hacer de la
incertidumbre una amiga y aliada porque quizá la incertidumbre nos acompañe para siempre.
Existen otras incertidumbres más cercanas. La continuidad política, que va a condicionar los
próximos doce meses, las reformas sociales y las presiones sindicales que nos obligan a tomar decisiones radicales sobre nuestras personas, que son nuestros mejores aliados; las reformas fiscales que predicamos urgentes y a las que tememos cada vez más, e incluso incertidumbres que cuestionamos con relativa frecuencia y proclamamos pomposamente ante los clientes: nuestra calidad. ¿Y después de la calidad qué?, porque desde hace años estamos hablando de calidad
y muchas empresas no pueden hacer frente ni a sus costes, ni a sus criterios más básicos. Tanto valor tienen para la incertidumbre las primeras causas como las segundas, y tan importantes
son que tenemos que convivir con ellas, ganarlas, anularlas o, minimizar sus efectos todos y cada uno de los días.
La incertidumbre es en estos momentos el verdadero riesgo de la actividad y del negocio, y saber gestionar la empresa en época de incertidumbre será el valor más solicitado a directivos y profesionales. Ser capaces de navegar en el caos, no sólo exige intuición, estrategia, ahorro,
conocimientos, previsión, olfato y suerte, hoy necesitamos precaución, reflexión y tiempo. Si los recordados años 80 / 90 exigían pionerismo, audacia y aprender haciendo, hoy necesitamos precaución, reflexión y tiempo.
Pero la incertidumbre es también la gestión de la oportunidad. La enorme riqueza de la sociedad del siglo XXI, ofrece cada día más posibilidades para nuestras empresas. Es necesario pensar en la
oportunidad que la joven sociedad del XXI ofrece. Quien se niegue o resista a que su empresa “viva” en esa sociedad, es demasiado miope y vulnerable para sobrevivir en este mundo. Las oportunidades van a aparecer con más frecuencia, con un entorno más rico y diverso, con más
posibilidades de éxito.
Para saber y poder utilizar las oportunidades hay que apostar por la creatividad, la imaginación y la profesionalidad.
En resumen: la incertidumbre no es una llamada de atención. La incertidumbre es la realidad de hoy. Va a seguir existiendo mañana. El mundo ha cambiado y las empresas y nuestros mercados tienen que cambiar y hacer de la incertidumbre una amiga y aliada porque quizá la
incertidumbre nos acompañe para siempre.


Fernando Bayón, director de eurotalent.

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