jueves, 25 de febrero de 2010

PRODUCTIVIDAD Y CALIDAD DIRECTIVA

Admitámoslo: España es el único país de la Unión Europea que ha descendido en productividad desde 1995. Así lo señalan los estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el
mercado laboral en el mundo. No es tanto por horas trabajadas (los españoles dedicamos 1.815 horas anuales, 10 menos que los estadounidenses, frente a las 1.340 de los holandeses) ni por utilización de nuevas tecnologías (Grecia, que no nos supera en este capítulo, ha crecido en
productividad por encima del 4% el año pasado), sino por algo más sutil, intangible e impactante: la calidad directiva, donde estamos –aunque no nos agrade reconocerlo- a la cola de Europa, con excepciones notables.
La sana obsesión por la creación de empleo ha de estar acompañada por el mantenimiento del bienestar (satisfacción y rendimiento) también en las empresas, que es consecuencia de quienes
“hacen hacer” a todos los niveles. Si no, el resultado es que la productividad (PIB por empleado y por hora trabajada) disminuye: el empleo precario y mal pagado, mal dirigido, sin posibilidades de crecimiento, produce más bien poco (y a un 58% de las familias les cuesta horrores llegar a fin de
mes).



De jefes como capataces a líderes liberadores de talento.
La risa va por barrios: entidades financieras y aseguradoras que necesitan hacer equipo y servir mejor al cliente (externo e interno) tanto en oficinas como en servicios centrales; empresas de gran consumo que buscan mayor innovación en sus productos y crecimiento en su negocio;
compañías de TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) que han de conseguir de sus directivos que sean más versátiles y capacitadores; empresas farmacéuticas y químicas que han de relacionarse más profundamente con su clientela; la industria del automóvil (vehículos y
auxiliares), dedicada a la calidad total y con escasez de liderazgo... Diferentes requerimientos y una pauta similar: la búsqueda de mayor calidad directiva a todos los niveles de la organización, más allá de la formación convencional de los cursos y las escuelas de negocios “de toda la vida”
para comunicar, motivar, desarrollar a los profesionales, de modo que éstos den lo mejor de sí mismos. De jefes como capataces a líderes que son liberadores de talento.
El reto debería ser la búsqueda de mayor calidad directiva en el conjunto de la organización, más allá de la formación convencional (que suele servir de poco) y como principio estratégico, para que los directivos comuniquen, motiven, desarrollen a sus colaboradores y éstos den lo mejor de sí
mismos. De jefes como capataces a líderes liberadores de talento. Medidas “directas” como los incentivos a la productividad me parecen pan para hoy y hambre
para mañana, porque de esta carencia no se debería responsabilizar tanto a los trabajadores como a quienes los dirigen, que deben actuar más profesionalmente, generando confianza y
compromiso en sus equipos. No me cabe duda de que la mejora de la productividad es la gran responsabilidad de los directores de Recursos Humanos. Este es mi deseo para el nuevo año: que España se convierta en uno de los primeros países en calidad directiva (actualmente es el 25º, según el World Economic Forum), para que nuestros empleados estén más satisfechos, rindan más y mejoremos globalmente como nación en el
contexto europeo.

Juan Carlos Cubeiro, director de eurotalent. Publicado en Expansión & Empleo el 27 de diciembre de 2003

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