viernes, 26 de febrero de 2010

DIRIGIR: CIENCIA O ARTE

Las opiniones al respecto son diversas hay quien piensa que esto de dirigir empresas es una ciencia y hay gente que piensa que tiene más de arte. Probablemente, ambos tienen razón
desde su punto de vista, y como dijo, en su día, mi paisano Campoamor “todo es según el color del cristal con que se mira”.
Y esto hasta tal punto que un día oí decir a un alto directivo de una empresa multinacional, que conozco muy bien: “los líderes crean problemas, los managers los resuelven” . Y se quedó tan a
gusto... como si el liderazgo y la gestión estuvieran reñidos. No pretendo terciar sobre una opinión u otra, ya que en esta vida, y sobre todo en la empresa, las
cosas no son en general ni blancas ni negras exclusivamente; más bien muestran unas tonalidades y unos matices a los que hay que prestar mucha atención.
Lo que pretendo, querido lector, es más bien hacer unas breves consideraciones que nos ayuden, al menos, a vislumbrar si la dirección de empresas va de ciencia o de arte y como esto, casi siempre, depende de la visión que se tenga de ello. Vamos a considerar como ven la misión del
directivo en la empresa dos expertos en el tema. Uno norteamericano, A. E. Pearson, y otro español, mi colega, y, sobre todo, querido amigo Juan Carlos Cubeiro.
El primero, A.E. Pearson, formula como tareas más importantes del directivo:
• Modelar el ambiente de trabajo en la empresa
• Formular una visión estratégica
• Asignar recursos
• Desarrollar a sus colaboradores
• Fortalecer la organización
• Gestionar el día a día del negocio con especial atención a la ejecución
y añade, que esto no es todo, pero concentrándose de una manera prioritaria en estas seis actividades, el directivo será más eficaz para su empresa.
El segundo, Juan Carlos Cubeiro, en su libro “En un lugar del talento”, cita siete aspectos como parte importante de la misión de un buen directivo, a saber:

• Perseguir un ideal
• Trasmitir serenidad y confianza
• Adaptarse con “flexeverancia” (flexibilidad y perseverancia)
• Servir de caldo de cultivo
• Valorar a las personas
• Generar relaciones
• Atraer por autoridad (credibilidad me permito añadir)
Es evidente que ambas misiones son muy válidas, pero parece como si la primera fuera más “hard”, es decir, más próxima a la ciencia y la segunda más “soft” o en otras palabras, más próxima al arte y, sin embargo, en nada contradicen la una a la otra, más bien me atrevería a
decir que se complementan y esto me parece ya un primer dato a tener en cuenta. A lo largo de mi vida profesional, he tenido la ocasión, en muchos casos diría la fortuna, de conocer a muchos directivos, jefes, colegas, clientes, proveedores, etc. He conocido a muchos
buenos a los que he admirado y admiro, pero, desgraciadamente, también he conocido a otros que me atrevería, con toda modestia, a calificar, en algunos casos, de carismáticos encantadores de serpientes, de autócratas, de estafadores hábiles para ganar la confianza, de visionarios e
incluso de acróbatas circenses, que más que dirigir la empresa lo que hacían era, realmente, dificultar que las personas hicieran, correctamente, su trabajo y aunque, afortunadamente, los más permanecieron poco tiempo en su cargo, los estragos que causaron en sus empresas fueron
importantísimos; incluso, en algún caso, irreparables.




Un buen directivo debe de ser capaz, siempre, de “tener ideas”en particular para “liberar el talento”
de las personas de su empresa, para que puedan dar, en todo momento, lo mejor de sí mismas.
Es claro que en estas categorías que he citado, más que el arte o la ciencia de dirigir, lo que dominaba era el arte del fraude y del engaño y lo malo es que “haberlos, haylos” y a veces
tardamos algún tiempo en descubrirlos porque casi todos ellos suelen ser cortoplacistas, lo cual me parece un defecto muy grave para un directivo, y en el corto plazo pueden engañar.
A mi se me ocurre que, además de los aspectos citados por A.E. Pearson y J.C. Cubeiro, un buen directivo deberá de tener, al menos, las siguientes características:
1. Integridad y fiabilidad permanentes 2. Gestionar la diversidad 3. Apertura a las sugerencias y a las opiniones de otros, aunque sean diferentes a las suyas
4. Capacidad de comunicación a todos los niveles 5. Tratar de ser siempre equitativo 6. Dirigir sirviendo
7. Conocer, profundamente, el negocio, la organización y a sus colaboradores
Además un buen directivo debe de ser capaz, siempre, de “tener ideas” en particular para “liberar el talento” de las personas de su empresa, para que puedan dar, en todo momento, lo mejor de si mismas.
Todo esto me parece una mezcla, bien dosificada, de arte y ciencia o de ciencia y arte, me da lo mismo, porque creo que lo uno sin lo otro, en esto de la dirección de empresas, no funciona.
La buena noticia es que tanto la ciencia como el arte se aprenden, a condición de que uno quiera aprender de manera permanente, porque ambas dos evolucionan más deprisa de lo que
a veces imaginamos y en esto, como en todo, el que no avanza retrocede. En esto consiste, fundamentalmente, el desarrollo del directivo en un aprendizaje permanente
para evolucionar él mismo y hacer que evolucionen sus colaboradores al ritmo que exigen las actuales circunstancias del entorno empresarial. Por ello, también, muchos han elegido el “coaching”, como un buen instrumento para ello, sabedores de que, como en otras tantas cosas,
una ayuda experta puede ser decisiva.
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Vicente Blanco, director de eurotalent

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