jueves, 25 de febrero de 2010

LA PRODUCTIVIDAD... ESA ASIGNATURA PENDIENTE

Recientemente se ha publicado la información de que España, según datos de la OIT, es el único país de la Unión Europea en el que, durante el periodo que se inicia en 1995 hasta el 2002, la
productividad no sólo no ha crecido, sino que ha disminuido un –0,4%. Este es un dato importante que no debiera pasar desapercibido, porque la productividad es uno
de los pilares fundamentales sobre los que se asientan los resultados de las empresas y la competitividad de un país en los mercados, sobre todo a medio y largo plazo.
Tradicionalmente, la productividad se mide, básicamente, como una relación entre la eficacia (valor creado) y la eficiencia del trabajo de las personas (trabajo consumido). Esta manera de
medir la productividad olvida aspectos muy importantes que pueden condicionar a la misma, tales como la calidad, la satisfacción de los clientes, etc. que merecen consideración aparte.
Tal vez, por esta manera de medir la productividad, se hayan hecho esfuerzos importantes de reducción de plantillas en muchas empresas, pensando, posiblemente, que era el mejor sistema o el más sencillo para aumentarla, como si la productividad dependiera únicamente de la
dimensión de las plantillas. No queremos decir aquí que no sea necesario, muchas veces, reducir efectivos para aumentar los índices de productividad sino que esto no es la panacea, ni tampoco la única y la mejor solución pues existen otros aspectos a considerar cuando se quiere mejorar la
productividad que influyen de una manera muy importante en la misma. En definitiva, la productividad es un problema de “management” que debe considerar distintos y
variados aspectos de la empresa. Tal y como dijo Deming, uno de los padres de la calidad como hoy la entendemos, “solo el 15% de los problemas de productividad son debidos a problemas de los trabajadores, el 85% restante es debido a problemas de “management”.
La productividad en una empresa, hay que analizarla y medirla en tres niveles, la Organización, los Procesos y las Personas.
La Organización es como “el esqueleto” de la empresa que soporta a todas las funciones y que a través de su estrategia, sus políticas y su cultura, condiciona todo el funcionamiento. Hay
organizaciones más jerarquizadas en las que el poder de decisión está lejos de donde se ejecutan las cosas y lejos incluso del cliente y hay organizaciones más planas donde la decisión está más
cerca de la ejecución y del mercado. Hay organizaciones donde la burocracia y la rigidez de los procedimientos “aplastan” el compromiso de las personas, y hay organizaciones donde la flexibilidad y la libertad de acción permiten una mayor rapidez de respuesta a las necesidades de
los clientes. Hay organizaciones en las que su cultura está orientada a los resultados y al cliente, y hay organizaciones donde la orientación está dirigida a la función. Es evidente que la productividad en uno u otro casos variará notablemente.
Los procesos productivos son, en pocas palabras, el modo en que se hacen las cosas y equivalen a la “musculatura” de la empresa. Hay empresas que privilegian los procesos “verticales” en los
que se marcan las fronteras que después hay que ensamblar para conseguir lo que el cliente quiere y hay empresas en las que los procesos son “transversales” y orientados, directamente, a satisfacer las necesidades del cliente. Hay procesos eficaces y hay procesos ineficaces. Una
organización es tan eficaz como lo sean sus procesos productivos para satisfacer las necesidades de sus clientes. Las Personas constituyen, por último, el tercer nivel y, probablemente, el más básico para la productividad de la empresa.
Las Personas son como “el sistema nervioso” de la empresa, y de su actuación va a depender, de una manera decisiva, la productividad de la misma como conjunto. Las personas manejan los
procesos y las personas diseñan las organizaciones, sus políticas, sus procedimientos y crean la cultura. Es por ello por lo que nos encontramos frente a lo que podríamos llamar el elemento crítico para alcanzar la mayor productividad. Para ello las personas tienen que aportar su
experiencia y conocimientos y sobre todo su compromiso con la empresa dando lo mejor de ellas mismas a través del desempeño más alto y es aquí, a nuestro parecer, donde aparecen los citados problemas del “management”: el “management” de las personas.
Si las personas son decisivas para la productividad y ésta depende de su desempeño, parecería lógico pensar que todas las empresas disponen de un sistema de “gestión de desempeño” para
poder alcanzar los niveles más altos. La realidad, sin embargo, nos muestra que esto no es así: algunas disponen de dicho sistema, otras se limitan a evaluarlo una vez al año y en otras ni se gestiona ni se evalúa.




Probablemente una de las claves para el aumento de la productividad en nuestro país esté en el “management” de las personas, por supuesto sin olvidar los otros dos niveles, la Organización y los
Procesos. Máxime, si tenemos en cuenta que la contribución de las empresas de servicios, en las que el
factor humano es aún más decisivo, al PIB de nuestra economía es más alta que la de las empresas industriales (aproximadamente 65% servicios, 35% industria y agricultura) en las que se han hecho importantes esfuerzos de mejora de procesos, pero ni esto ni las masivas inversiones en
tecnologías de la información parecen ser suficientes para mejorar nuestra productividad al menos en su conjunto.
La clave, como siempre, parece estar en las Personas y en cómo, a través de ellas, podemos contribuir a aprobar, si es posible con buena nota, esa asignatura pendiente de nuestra economía que se llama productividad.
Con ello contribuiremos, no sólo a mejorar nuestra competitividad sino también a evitar ciertas decisiones de “deslocalización industrial”, a favor de los países asiáticos y del este de Europa, que
estamos viviendo actualmente.

La productividad es un problema de “management” que debe considerar distintos y variados
aspectos de la empresa.
Vicente Blanco, director de eurotalent.

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