jueves, 25 de febrero de 2010

Entrenadores de talento

Prospectiva sobre los servicios profesionales
¿Basta con tener conocimientos sobre una materia para desenvolverse en el mercado laboral?. La Universidad Comercial de Deusto no sólo ha llegado a la conclusión de que no, sino que intenta poner remedio a una situación que puede convertirse en un lastre en la vida profesional de sus estudiantes. Por ello, y como culminación del plan de desarrollo de habilidades directivas que puso en marcha en el curso 1996-1997, ha recurrido al `coaching´ y lo hace como pionera.
Esta práctica ni siquiera es habitual en el entorno empresarial vasco, español o europeo. Se estima que en España no hay más de 6.500 `adeptos´ a esta técnica que en Estados Unidos cuenta ya con más de 300.000. No en vano, el `coaching´ es el nombre que en el otro lado del Atlántico pusieron a la ayuda que `entrenadores´ externos prestan a directivos y empleados para hacerles conscientes de sus capacidades. Sólo así es posible «conocerse y desarrollar todas las habilidades», como asegura Susana Rodríguez Vidarte, decana de la Universidad Comercial y consejera independiente del BBVA.
Tomar consciencia
Trasladado al ámbito universitario, el `coaching´ se transforma en un seguro para el alumno. «Queremos darles autonomía. Durante cuatro años, el aprendizaje ha estado dirigido. Pero, cuando abandonen las aulas, ya nadie les va a guiar», continúa la decana. «El `coach´ les obliga a ser conscientes y a reflexionar sobre sus potencialidades y sus puntos débiles. Sobre eso construirán planes de acción que les servirán toda la vida».
"Los encargados de entrenar a los estudiantes serán antiguos alumnos del propio centro"
«Se enfrentan a su perfil», subraya Almudena Eizaguirre, responsable del proyecto en la Universidad . `Entrenador´ y alumno establecen unos objetivos para depurar virtudes y defectos que el estudiante se compromete a cumplir. Todo ello, con la máxima confidencialidad. La Universidad no tiene acceso a las conversaciones entre `coach´ y estudiante. «La confianza es básica para que la relación sea sincera, para que aflore todo lo que el alumno piensa», dice Eizaguirre.
La definición del perfil, su medición y el entrenamientos de los `coachers´ - antiguos alumnos de la propia Universidad- corre a cargo de eurotalent, una empresa dedicada a «liberar talentos», apunta el socio responsable del proyecto, Fernando Iglesias. «No se trata de gestionar las capacidades, sino de generar contextos en los que la persona esté comprometida con su trabajo y aporte lo máximo se sí misma».
Los organizadores -que cuentan con la colaboración de la Fundación Vizcaíno Aguirre- apuestan por que los alumnos sean conscientes de que «los conocimientos técnicos son sólo una pequeña parte de lo que el mundo laboral exige. Influyen de manera decisiva habilidades como saber relacionarse o trabajar en equipo»
Ante todo, había que contar con «el esfuerzo y la ilusión de las dos bases del proyecto», afirma la decana. No fue difícil. 103 estudiantes -el quinto curso completo, exceptuando a los que están estudiando en el extranjero- y 40 antiguos alumnos que actuarán de `coachers´ han dicho que sí. «Han comprendido que no es simplemente una actividad formativa que intenta adaptar a nuestros estudiantes al mundo empresarial, sino que va un poco mas allá», continúa Rodríguez Vidarte.
«Sabemos qué tipo de empresa nos gustaría que existiese y si preparamos en esa línea a los alumnos, podremos cambiar el individualismo por el trabajo en equipo, por solidaridad. Ésa es la meta». Fernando Iglesias es de la misma opinión: «Éste es el siglo del corazón. Las empresas tienen una responsabilidad social y cada una debe plantearse cuál es su papel». Pero además, según la responsable del proyecto en la Universidad, la ventaje es doble. «Serán más competitivos en lo profesional, pero también en lo personal. Conocerán cómo son en todas las facetas de su vida», asegura Eizaguirre.
Con esa responsabilidad se enfrentan los `coachers´. «Todos necesitamos profundizar en lo que hacemos y cómo lo hacemos», asegura Antón Azlor socio director de KPMG Consulting Spain, que se graduó en Deusto hace 18 años. «Nuestros trabajos nos obligan a desarrollar el papel que el proyecto nos exige: sacar lo mejor de la gente que contratamos». Otro `entrenador´, José Luis Carranza, secunda las palabras de Azlor. «El `coach´ se adelanta al jefe y orienta cuando aún están estudiando», explica el que fuera director general de grupo BBVA.
Cambiar conductas
¿Basta con tener conocimientos sobre una materia para desenvolverse en el mercado laboral?
Impulso y guía son las palabras con las que los `coachers´ definen su cometido en la innovadora experiencia. «Hay conductas que se pueden cambiar, si alguien lo ve y te ayuda a plantear soluciones. No basta con tener una cabeza privilegiada», afirma Azlor. Carranza, por su parte, está convencido de que «tenemos muchas capacidades más de las que utilizamos».
Ambos `entrenadores´ coinciden también en que «la responsabilidad de la Universidad no acaba en amueblarte la cabeza con contenido». «Hay un divorcio importante entre la teórica y la práctica. La empresa demanda otras cosas: responsabilidad, sentido común y de la oportunidad, humildad, servicio», resume Carranza. Por eso lamentan que el de Deusto no sea un «proyecto habitual».
Begoña Artadi y Pablo Lacha lo han entendido a la perfección. «Es la guinda de nuestra formación, tanto en lo académico como en lo personal». Estos dos alumnos de quinto confían, a pesar de tratarse de una experiencia desconocida, en el «pequeño diferencial, ese plus» que el `coaching´ supone antes de lanzarse al mercado laboral. «Normalmente reconocemos más nuestros puntos débiles que los fuertes», afirma Begoña. «Que te prepare una persona que sabe por experiencia qué buscan las empresas es importante, y acabaremos el curso con más seguridad en nosotros mismos», completa Pablo.
Iñigo Marquina, director de eurotalent en Bilbao, confía en que el `coaching´ seduzca a los participantes en el proyecto para que la iniciativa se extienda. «Muchos quedarán enganchados al `coaching´ como herramienta de desarrollo. Lo que, gracias a la calidad humana y profesional de estos pioneros, va a tener un importante efecto multiplicador», apunta.
El Correo el 27 de octubre de 2002
Elena Sierra

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