jueves, 25 de febrero de 2010

El amor renta más que el miedo

Hace un par de años, dos estudiantes de cine de la Universidad de Miami lograron un gran éxito de taquilla explotando Internet con una supuesta leyenda. El Proyecto de la bruja de Blair ha sido hasta hace poco el mejor ejemplo de rentabilidad cinematográfica. Hoy la película más rentable de la industria, que ha recaudado cuarenta veces lo que costó, es Mi gran boda griega, una sencilla comedia romántica e intercultural.
Mientras los padres de la bruja de Blair urdían pillerías allá por 1998, una actriz griega residente en Canadá, llamada Nia Vardalos, protagonizaba en Los Ángeles un monólogo que había escrito ella misma para encontrar representante. Trataba de una joven griega que se había atrevido a casarse con un xeno –un extranjero-, una especie de autobiografía. La obra tuvo cierto éxito entre los helenos de la ciudad. Un buen día, Rita Wilson, una actriz de origen griego, quedó entusiasmada con la obra y le propuso a Nia hacer la versión cinematográfica, producida por el marido de Rita: Tom Hanks. El proyecto costó cinco millones de euros y lleva recaudados más de doscientos millones –sesenta más que la bruja metemiedo-.
La historia va de una chica de treinta años, Toula Portokalos, un especie de Betty la fea ,que trabaja en el restaurante de su padre, Zorba el bailarín, a la que la han educado para alcanzar tres objetivos en la vida: tener un marido griego, tener hijos griegos y alimentarlos a tope. Cuando piensa, según sus estándares culturales, que su fecha de caducidad ya ha pasado, se atreve a volver a estudiar, a cambiar de estética, de trabajo y a enamorarse de un profesor de instituto, blanco, anglosajón, protestante… y vegetariano, Ian Millar –John Corbett-. Su novio acepta abrazar la iglesia ortodoxa y casarse por el rito griego, lo que incluye comilona previa de petición de mano, limusina color pastel, damas de honor azul turquesa, tarta de cinco pisos, esculturas de hielo, surtidor de champán, pelotazos de ouzo y sirtakis que bailan todos.
¿Cuál es el secreto de su éxito? La aceptación de grandes principios humanos como la superación personal, la integridad, la amistad, la familia, el amor… y la utilización humorística de las diferencias culturales en la comida, las tradiciones, los casamientos…
El secreto de su éxito reside en la aceptación de grandes principios humanos.
Como en otra divertida comedia de esta temporada, esta vez británica –Quiero ser como Beckham-, distintos ritos, pero los mismos fundamentos. Eso sí, vistos desde el lado de la minoría –los hindúes en Inglaterra, los griegos en Estados Unidos-. “Básicamente, tomé cada boda griega a la que había asistido en mi vida, incluyendo la mía propia y, en una escala del uno al diez, elevé todo el asunto hasta un once”, ha dicho la guionista y protagonista. Los espectadores latinos seguramente nos sentimos más identificados con tanto exceso gastronómico, intromisión paterna y personajes entrañables. Ojalá la globalización y la diversidad fuera esto: ser conscientes de aquello que los seres humanos compartimos y apreciar nuestras diferencias, fruto de trayectorias culturales diversas.
Realizada por un director de teleseries, con actores semidesconocidos, sin efectos especiales ni inversiones promocionales, filmada en Toronto con la ayuda de numerosos griegos de la ciudad, esta película ha sido el mayor éxito del cine independiente norteamericano, durante ocho meses entre las diez más vistas, la sexta del año, por encima de costosos proyectos como Minority Report , XXX o Camino de Perdición, y la quincuagésima más taquillera de la historia del cine. En España es actualmente la cuarta película de mayor recaudación, pisándole los talones al último Bond de Muere otro día. En una industria tan sofisticada como la del séptimo ¿arte?, todavía hay espacios para la esperanza, para el éxito de un producto honesto, sincero y optimista.
Publicado en Expansión y Empleo el 4 de enero de 2003
Juan Carlos Cubeiro - Socio director de eurotalent

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