lunes, 1 de marzo de 2010

NO SIN MI COACH

La cuarta entrega cinematográfica del niño mago, Harry Potter y el cáliz de fuego, ha empezado con mejor pie que sus antecesoras. En el primer fin de semana en nuestro país, más de 1.300.000 espectadores han pasado por taquilla para ver de primera mano las aventuras de este crío, ya adolescente y de su tercer año académico en Hogwarts. Para buena parte de la crítica se trata de la mejor de las versiones cinematográficas de las novelas de J.K. Rowling hasta la fecha.
En esta ocasión, Harry (Daniel Radcliffe) asiste a la Copa del Mundo de Quidditch con sus amigos Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson). Sin embargo, la marca tenebrosa es conjurada por los mortífagos, seguidores de Lord Voldemort (Ralph Fiennes), que fue visto por última vez hace 13 años, la noche que asesinó a los padres de Harry y dejó en éste su famosa cicatriz.
Ya en la escuela, el director Dumbledore anuncia que Hogwarts será la sede del torneo de los tres magos. Se elegirá (a través del cáliz de fuego) un campeón de cada uno de los tres colegios de magia más prestigiosos: la Academia Beauxbatons, el Instituto Durmstrang y los anfitriones. Los ganadores son Fleur Delacour, Víctor Krum y Cedrid Diggory. Pero inexplicablemente (a pesar de que, a sus 14 años, no tiene edad para competir), el Cáliz de Fuego también da el nombre de Harry Potter. La decisión es inapelable: Potter debe competir, a riesgo de su propia vida.
Durante los años anteriores, el equipo formado por Harry, Ron y Hermione se bastaba para resolver enigmas y salvar obstáculos. En la alta competición, Potter ha de contar además de con un equipo con un entrenador que promueva en él la reflexión y provoque que el joven mago dé lo mejor de sí mismo. Sus oponentes tampoco están solos. El rudo Víctor Krum tiene como “coach” a Igor Karkaroff, director del Instituto Durmstrang; la elegante Fleur cuenta con su profesora, Madame Maxime y el encantador Cedrid con su padre. El “coach” de Harry Potter es “Ojoloco” Moody, el nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras de Hogwarts. Moody cuenta con un ojo giratorio que le permite ver más que los demás y ayuda a Harry de forma decisiva en el torneo de los tres magos. Se ha pasado la vida combatiendo el mal y sabe que la cosa va en serio.
“Ojoloco” enseña a los alumnos de Hogwarts los hechizos imperdonables: Avada Kedavara (la maldición asesina), Cruciatus (especialmente desagradable) e Imperios (en nombre de Voldemort). La utilización de cualquiera de ellos trae como consecuencia el ingreso en la prisión de Azkabán. Sin embargo, Moddy opta por enseñarlos a los estudiantes de Hogwarts para prevenirles de los malignos.

¿Podría Harry Potter haber alcanzado el rendimiento que observamos en la película por sí mismo?
En las novelas (y películas) anteriores, hemos conocido el colegio Hogwarts como una
“organización en aprendizaje”, en el que los alumnos aprendían lecciones útiles para el mundo mágico. Ya familiarizados con esta institución educativa tan especial, en esta cuarta parte de la serie el protagonista disfruta de un proceso de coaching para participar en esta competición de élite. Moody le previene de los obstáculos, le hace reflexionar, le anima a actuar y le ayuda a extraer poderosas enseñanzas de lo vivido. Como hacen los más de 10.000 coaches que en todo el mundo colaboran en el desarrollo profesional y personal de sus pupilos.
¿Podría Harry Potter haber alcanzado el rendimiento que observamos en la película por sí mismo? Muchos nos tememos que no. Mediante el diálogo, la activación de la consciencia y el compromiso con un plan de acción, Harry se mentaliza antes de cada prueba, se obliga a disciplinarse para dar lo mejor de sí. Sin embargo, es Harry Potter (como los profesionales que reciben coaching en el entorno empresarial) el protagonista absoluto de su quehacer. Su “coach” está en la trastienda, entre bambalinas, atento a lo que pueda ser mejor para él, pero nunca le sustituye en la acción. El “coach” no es un confesor, ni un juez, ni un psicólogo: es un espejo, del que el pupilo obtiene una imagen más nítida sobre sí mismo, una ayuda para concretar las metas ambiciosas en objetivos realistas con hitos comprobables y un “Pepito Grillo” que le apoya en el seguimiento. La relación de Harry Potter con “Ojoloco” Moody no es similar a que tiene con otros profesores de Hogwarts. Moody, como “coach”, no le aporta nuevos conocimientos, sino que le impulsa a nuevos comportamientos. Por ello, lo que a priori parece imposible, Harry Potter, el contendiente más joven del torneo, lo convierte en realidad.
Juan Carlos Cubeiro, director de Eurotalent Publicado en Expansión & Empleo el 3 de diciembre de 2005

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