lunes, 8 de marzo de 2010

LA VIE EN ROSE

- Pepe dame un beso, le decía una mujer a su marido. - Quita p´allá qu´eso es de señoritos, lo nuestro es follá, le respondía el buen hombre,
sin duda abrumado ante tanta responsabilidad. Y sus razones tendría, pues besar es un acto muy sutil que realizamos los humanos
como consecuencia de ajustes finos realizados en el cortex, la parte más evolucionada del cerebro que no tienen los animales, donde asimilamos y evaluamos las emociones llegadas desde el cerebro límbico, parte en la que se generan las emociones básicas.
En el viejo chiste subyace el miedo de la sociedad occidental a la manifestación de las emociones y sentimientos, de expresarlos ni hablamos; y vendría a concluir que los sentimientos son cosa de ricos, es decir, de gente con posibles. Esos posibles como el dinero y el estatus, que permiten acceder a la educación y la cultura, y que en el imaginario popular se identificarían con el refinamiento necesario para entre otras cosas, expresar de forma sutil las reacciones emocionales.
De las emociones primarias a los sentimientos
Las emociones son experimentadas en forma de sentimiento desde los lóbulos prefrontales del cortex cerebral, centro ejecutivo donde se toman las decisiones y coordinan las emociones. Como manager asumen dos importantes tareas: moderan las reacciones emocionales, frenando las señales primarias del cerebro límbico, y desarrollan planes de actuación concretos para cada situación emocional. Amor, venganza, altruismo, solidaridad, intrigas, arte, moral, culpa, sensibilidad y entusiasmo son afinadas elaboraciones del cortex, el cerebro más evolucionado.
La sublimación de las emociones se ha considerado propia de la nobleza de título o de espíritu. En el siglo XII alcanza carta de naturaleza cuando Leonor de Aquitania establece en su corte el amor galante, que obligaba a los caballeros a moderar sus impulsos y sublimarlos en atentas y arrobadas pláticas para relacionarse amorosamente con las damas. Exclusivamente con ellas, ya que aquellos que minutos antes habían pronunciado las más bellas elegías al amor de su dama, perdían los modales en cuanto franqueaban la puerta.
Desde entonces filósofos, poetas, músicos, dramaturgos, científicos y psicólogos han investigado y descrito la capacidad del ser humano para elaborar las emociones básicas y convertirlas en expresiones muy sofisticadas; y los movimientos progresistas han promovido su desarrollo como paradigma de la evolución de la sociedad. Gran parte del acervo cultural en sus muy distintas manifestaciones celebra la conversión de las emociones básicas en sentimientos sublimes, propios de seres evolucionados como amor, altruismo, solidaridad, respeto, tolerancia, sentido del humor, humildad, compromiso, etc. A esto más o menos se le llama civilización.
Sabiduría, valor, humanidad, justicia, templanza y espiritualidad, son las “Fortalezas Básicas” entorno a las que actualmente la UE está tratando de reorganizar la Educación y que define como el “conjunto de conocimientos, sentimientos, actitudes y hábitos necesarios para responder a demandas complejas”.
El control de las emociones y sus consecuencias sociales
La organización social creada desde el espíritu cívico rechaza y reprime la violencia: la reacción emocional primaria agresiva ante estímulos de peligro real o imaginado. En ámbitos sociológicos ligados a comportamientos antisociales se considera más primitivo el sujeto cuanto más violenta es su reacción ante la frustración o el fracaso, cuanto más incapaz es de usar los lóbulos prefrontales para evaluar y medir sus reacciones y responder con otras habilidades más sofisticadas de las que dispone el hombre evolucionado.
Siendo éstos los parámetros culturales y sociales, sin embargo subyace en el inconsciente colectivo un atavismo profundo y permanente de transgredir las normas y costumbres civilizadas y dejar correr libres los instintos que desencadenan las emociones más elementales, algo parecido al impulso de los bebés por quitarse los pañales.
Esto sucede porque el paradigma clásico occidental establece que el camino es el control de las emociones a través del pensamiento racional, anulándolas de raíz por bloqueo del reconocimiento y expresión de las mismas. Evidentemente toda represión está generando un deseo de la misma intensidad en sentido contrario, que si no se da salida, provocará serios desajustes en el sistema, entre otros, la castración de aspectos fundamentales del genio humano.
En ésta dicotomía está la razón de que en el mundo actual de la sociedad del bienestar se den simultáneamente situaciones de barbarie absoluta, y de que, incluso en el mismo ámbito del bienestar, convivan modelos y movimientos sociales en permanente confrontación.

Modelos socio-emocionales
A medida que avanzamos en la sociedad del conocimiento la contradicción se agudiza, pues asistimos a cambios sin precedentes en la historia de la humanidad, por primera vez hay un gran número de personas que crece exponencialmente, que pueden elegir. Y el problema es que por primera vez tendrán que gestionarse a sí mismas sin estar preparadas para ello, pues la mayoría seguimos concibiendo y aplicando un modelo de control en la gestión personal y organizacional propio de la era industrial. Un modelo basado en el control que suprime el talento y la voz de la persona, por lo que mucha gente que se siente frustrada, descorazonada, menospreciada o insuficientemente valorada en su entorno social, no es el más apropiado para gestionar el paso a una sociedad basada en el desarrollo de las personas y la gestión del conocimiento en todos los ámbitos y planos: humano, organizacional, político y económico.
En esta nueva era del conocimiento “el reto esencial es encontrar la propia voz e inspirar a los demás para que encuentren la suya”, según Stephen Covey en “El 8º Hábito”, donde propone un camino claro y directo para superar la era del control y aprovechar todo el potencial del trabajador del conocimiento.
Para encontrar “la propia voz” es necesario el paso del control de las emociones a la gestión de las capacidades biológicas y psicológicas que permiten al ser humano responder ante los estímulos de manera eficiente mediante el reconocimiento, evaluación, aceptación y gestión positiva de las emociones.
Sentimientos elaborados en contraposición a emociones primarias; o en términos biológicos: gestión de las emociones desde el cortex, o reacciones emocionales elementales provenientes de la amígdala cerebral, darían lugar a filosofías que promueven diferentes posiciones intelectuales y modelos de sociedad.
El control de las emociones no elaboradas desencadena desconfianza en uno mismo y en los otros y falta de confianza en la vida, pesimismo por falta de autoestima y demagogia por envidia de los otros. En definitiva, conforma la cultura de la escasez que caracteriza el modelo que promueve el liberalismo a ultranza en lo público, y el control de lo privado para que no llegar al otro extremo: el desborde de las emociones por la falta de hábito de tratar con ellas.
El reconocimiento y expresión adecuada de las emociones acostumbra el ejercicio de la libertad, la manifestación de los sentimientos expande las cualidades de las personas y su capacidad para relacionarse satisfactoriamente con los demás. La conciencia de los demás promueve la administración equitativa del bien común y genera una cultura de abundancia, optimismo y confianza en uno mismo, los demás y el futuro.
El mapa político-emocional en occidente
El término “creativo cultural” ha sido acuñado por Paul Ray y Sherry Anderson, para describir a aquellas personas que sienten interés y preocupación por el mundo, su ecosistema y su gente, y en consecuencia son activistas de la paz, justicia social, sostenibilidad, espiritualidad, etc. Están desencantados del actual modelo cultural, las ansias de dinero y muchas otras de las opciones que ofrece el mundo competitivo. Buscan lo significativo para la felicidad sobre el éxito social y el dinero. Según Richard Florida, autor del best seller “The rise of creative class”), se trata de una clase social en auge en Estados Unidos a la que pertenecen personas que son pagadas por crear, ya sean científicos, ingenieros, educadores, abogados, periodistas, etc.
Sólo en Estados Unidos conectarían con ellos unos 50 millones de personas y estiman que en la Unión Europea pueden pertenecer a esta subcultura 80 millones de personas. Aproximadamente dos tercios son mujeres que ya no tienen, en la mayoría de los casos, como prioridad luchar por sus derechos. Están volcadas en la lucha por el bienestar social y la familia. No entienden su papel en el hogar desde la perspectiva de ama de casa, sino de vertebradora del núcleo familiar. Todos trabajan por construir un mundo mejor.
Pese al número tan elevado de creativos, en términos de liderazgo político todavía gana por goleada el modelo líder visionario que salvará a las personas de bien, en un mundo malvado que conspira para subvertir el orden y el control creado por ellos para su beneficio y el de su clan. Así lo atestigua la elección de dirigentes como Berlusconi, padrino condescendiente de sonrisa beatífica cuando critica gobiernos rosas protector de espíritus miedosos de ejercer la libertad y sus consecuencias; Chávez, modelo matón rural que roba un banco y se compra todo el pueblo con el botín; Putin, modelo espía que salió del hielo para poner firme a la mafia con sus propios métodos; o Sarkozy, modelo Napoleón global, con aspiraciones de gran líder para la vieja Europa necesitada de alguien con carisma que la saque de su impasse, etc..
Sin necesidad de profundizar mucho en sus características, salta a la vista que tienen mucho en común: actitudes despóticas y prepotentes, egos tremendos necesitados de afirmación mediante la compra de propiedades y voluntades, inhibición o desborde de las emociones, desprecio por todos los que no piensan como ellos y/o no les adulan, megalomanías insoportables y nuevas novias jóvenes, espectaculares y más altas que ellos, ¿por qué les da a todos por lo mismo?
Aunque estos líderes modelo poder/control han demostrado sobradamente su ineficiencia para todo lo que no sean sus exclusivos intereses, su mensaje engancha directamente con el atavismo que asimila el poder al dominio por la fuerza, y la satisfacción de las necesidades primarias de seguridad generadas desde el cerebro reptiliano (más primitivo) del elector, en contraposición al mensaje elaborado que alude a las funciones superiores del cortex y las necesidades transcendentes, como la proyección personal y el bien común.
En USA la experiencia del modelo Bush, ¡impagable!, y las terribles consecuencias de su incompetencia, pagadas por el pueblo estadounidense en pérdida de vidas de jóvenes soldados, de nivel de vida y de influencia internacional, ha creado las condiciones para que hayan competido una mujer y un negro, ¡y lo hayan conseguido!, por un liderazgo que, como mínimo, dará representación a gente como Stephen Cobey, Jeremy Rifkin, Ken Wilber, Freddy Kofman, David Allen, etc., y a los 50 millones de creativos culturales.
Las dos Españas
Son de compadecer esos hombres obligados a vivir sin sentimientos en aras de sus expectativas de liderazgo político, soportando cada día la carga de la armadura que les defienda de actitudes poco honrosas como llorar en público.
En España conviven y confrontan ambas posiciones en el día a día de la vida política, incluso en el propio interior de los partidos, como se pudo observar cuando el Alcalde de Madrid dejó escapar unas lágrimas al evocar a su padre político y algunos sectores vigilantes de la pureza del macho ibérico, decretaron que llorar en público incapacitaba para gobernar. Son de compadecer esos hombres obligados a vivir sin sentimientos en aras de sus expectativas de liderazgo político, soportando cada día la carga de la armadura que les defienda de actitudes poco honrosas como llorar en público.
Afortunadamente hoy, una mayoría apuesta por un estilo de sociedad de creación y construcción, características ancestralmente femeninas, conducida por el poder natural que da el respeto por los otros y sus creencias, cuyo gran referente ha sido un Jefe del Estado, que también es Rey, simpático y relajado, no por ello menos inteligente y hábil para transitar los procelosos caminos de la negociación política, que con su estilo tolerante y optimista ha contribuido determinantemente a sentar las bases de una sociedad avanzada y próspera.
Complemento a la impronta marcada por el Rey serán Presidentes/as de Gobierno de talantes tranquilos y optimistas, capaces de liderar equipos de hombres y mujeres confiados en consolidar un estado de derecho y bienestar avanzado, y de afrontar con una sonrisa las críticas a gabinetes “rosas” del rancio machismo cabreado.
Parece que por fin podemos soñar el paso definitivo de la página gris de nuestra historia y disfrutar un nuevo estatus de país tractor en el concierto internacional con acciones de liderazgo positivo, como cuando el Rey y el actual Presidente del Gobierno dieron ante los medios mundiales una clase magistral de ejercicio del respeto a los demás y a las reglas de la democracia ante el patético déspota cuyo declive, por cierto, comenzó en ese momento.
Raquel Casero, Directora de Eurotalent Sport

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