miércoles, 3 de marzo de 2010

OBAMA: UN LIDERAZGO DE NUESTRO TIEMPO

El “Fenómeno Obama” está llenando de emoción las Primarias del Partido Demócrata. No veo otra forma de explicar el que medio mundo las esté siguiendo, cuando normalmente ni siquiera sabríamos que se están celebrando. ¿Qué tienen este joven político y sus propuestas para resultar tan refrescantes, casi como un bálsamo sobre una vieja herida? La vieja herida es nuestro cinismo respecto a la política y a los políticos, que no es más que un perfecto espejo de nuestras divisiones y miedos. El bálsamo es mucho más que discursos enardecedores y carisma, es una esperanza, un atisbo fugaz de un liderazgo diferente, capaz de abordar los temas de una forma nueva, aunque no más fácil. De hecho, más difícil, pero centrada en lo que podemos conseguir juntos, en lugar de apuntar la equivocación del otro. Creo que las personas en todo el mundo, en las sociedades y en las organizaciones, anhelan este cambio, sólo que no sabemos cómo conseguirlo. No parece fácil. Las viejas formas de actuar no desaparecerán por las buenas; basta observar la tenacidad de Hillary Clinton, lanzada al ataque con todo su arsenal. El problema es que sus armas son las mismas desde los tiempos de Caín y Abel. Ataca a tu oponente, busca su punto débil, recurre a verdades a medias, distorsiona los hechos y, sobre todo, juega con los miedos; entonces, cuando lo hayas tumbado, entra a matar. Todo se reduce a ganar. Y si Hillary Clinton gana, presenciaremos la victoria de su facción y gobernará desde ese prisma. Así, las divisiones que ha padecido Estados Unidos, y con este país el resto del mundo, seguirán creando una separación mayor. Obama tiene una visión diferente del gobierno y de la sociedad. No busca la victoria absoluta de su grupo, sino que todos ganemos y perdamos un poco. Lo que ofrece es esperanza en el mañana. Lo que pide es que piensen en lo que podrían conseguir juntos, que encuentren la verdad del otro, que comprendan sus temores y el coste de los cambios que deseamos alcanzar. Está pidiendo que hallen lo puntos comunes de lo que ambas partes quieren, que busquen las coincidencias para avanzar paso a paso. El mensaje de Clinton es que está preparada para asumir el cargo de “Comandante en Jefe” desde el primer día. Se trata de un mensaje caduco, el del héroe salvador. Pero cómo es posible que ante la complejidad de los problemas a los que nos enfrentamos -guerras, hambrunas, amenazas medioambientales, descomposición de las familias, terrorismo, drogadicción-, un individuo tenga la verdad absoluta, cómo es posible que un líder tenga "la solución". Lo que Clinton ofrece es una “delegación ascendente”, que deleguemos en ella y ella nos salvará. Por desgracia, he conocido demasiados Consejeros Delegados con la misma actitud. Obama se sitúa en el extremo opuesto. Su propuesta es un desafío. Lo que dice es que podemos encontrar el camino, que hay esperanza pero que debemos estar dispuestos a hacer sacrificios, porque resolver el problema de las drogas depende más de que todos seamos mejores padres que de disponer de más policías para mantener a raya a los barones colombianos de la droga. Los afroamericanos pueden llegar a integrarse plenamente, pero deben asumir la responsabilidad de sus propias vidas. La mayoría de los americanos desea un futuro mejor. La visión de ese futuro puede ser muy diferente en función de que sea Republicano o Demócrata, pero existen más puntos en común de lo que tal vez creamos. A juzgar por el número de Demócratas y de Republicanos moderados que están participando en las Primarias del Partido Demócrata, parecería que su oferta está encontrando eco y, de hecho, ha conseguido que un australiano que vive en España empiece su jornada entrando en Internet para ver cómo le fue a Barak. Tras las elecciones en España, añoro un Obama español. Escuchando los discursos, los debates televisados e incluso las conversaciones en los bares de Madrid, a veces me da la impresión de que la Guerra Civil acaba de terminar. Todo el mundo habla desde la izquierda o la derecha, y les aseguro que no sé cómo aplicar esos términos a nuestras vidas en el siglo XXI. El liderazgo político debería olvidar las etiquetas y entablar conversaciones sobre lo posible. A veces, nuestro contrincante político tiene una gran idea y sería mejor aprovecharla que destruirla, y con ella a nuestro "enemigo". Durante los últimos veinte años he trabajado en innumerables proyectos de Desarrollo del Liderazgo en muchas organizaciones. En ocasiones he visto cómo llegaba un nuevo líder y despedía a todas las personas del equipo anterior reemplazándoles por los suyos, sin tomarse la molestia de hablar con ellos, perdiendo sus valiosos puntos de vista. Tal vez tenían conocimientos útiles sobre la complejidad de la empresa o del sector en el que trabajaban e ideas sobre cómo avanzar. En las empresas, al igual que ocurre en las naciones, no es posible avanzar haciendo que tu facción gane la guerra y domine al resto. La complejidad de hoy requiere mucho más. Sólo es posible crear una gran empresa uniendo las diferentes camarillas, accediendo a la parte de verdad de cada una y construyendo sobre ello. Esto es lo que Obama ofrece y por eso su liderazgo es a la vez esperanzador y desafiante. Es un liderazgo de nuestro tiempo. Douglas McEncroe, director de Douglas McEncroe y Asociados Publicado el 26 de abril de 2008 en http://www.cincodias.com/articulo/Directivos/Obama/liderazgo/tiempo/cdspor/20080 426cdscdidir_6/Tes/

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