miércoles, 3 de marzo de 2010

OBAMA, MERECE LA PENA SOÑAR

Me acosté pasadas las 7 de la mañana con la sensación de haber vivido en directo un
momento único para la historia. Le acababa de mandar un SMS a mi amigo de la infancia Julio, que trabaja en la Kellogg School of Business, en Chicago, y su respuesta resumió la grandeza del momento: “Lo estoy viendo en casa por CNN, pero miro por la ventana y millones de personas caminan hacia el parque. Es una alegría colectiva como nunca he vivido en este país”. Nadie duda ya de que Barack Obama ha pasado a la historia, aunque sólo sea por ser el primer presidente afroamericano de EEUU. El editorial de The New Cork Times no pasa por alto este aspecto y comienza desde ese ángulo: “An American with the name Barack Hussein Obama, the son of a white woman and a black man he barely knew, raised by his grandparents far outside the stream of American power and wealth, has been elected the 44th president of the United States”. En esas cuatro líneas, el NYT resume la trascendencia de la elección. Fíjense en detalles nimios. El presidente se llama Hussein, como el dictador de Irak (Sadam Hussein) que sucumbió a George W. Bush. Es decir, un nombre de raíces islámicas es el presidente de la potencia mundial. “El hijo de una mujer blanca y un hombre negro”, prosigue. Dicho de otro, diversidad racial en el país que surgió fruto de la segregación racial y los esclavos. Un nieto de abuelos africanos, el gran continente desconocido para Occidente y, para muchos, tras la emergencia de China e India, la región que emergerá a nivel internacional durante las próximas décadas, habida cuenta de que China e India ya no son proyectos, sino el propio presente. Y de nuevo, abuelos africanos, como muchos de aquellos primeros esclavos, que recalaron en la naciente nación para convertirse en esclavos de los colonos británicos en los estados de Virginia y la costa este. Sólo con estos datos queda patente el cambio de la figura de Obama. Obama representa la globalización y la diversidad en una sola persona; el paso de la Guerra Fría y el mundo bipolar EEUU-URSS al mundo multipolar de EEUU, Europa, Asia… y África en pocas décadas. En un momento en que todo el sistema y todos los organismos surgidos al calor del fin de la Segunda Guerra Mundial (ONU, Unión Europea… en el ámbito político; Breton Woods y capitalismo en el ámbito económico) se tambalean. En un momento en que el mundo yace desorientado y sin rumbo ni liderazgo, Obama representa el punto de inflexión de una nueva era. El siglo XXI comenzó el 11-S, fruto del cual llegó el caos de las guerras de Irak y Afganistán. Y luego la crisis de los cimientos del capitalismo. El péndulo basculó de un extremo al otro y parecía que estaba a punto de partirse. Pero en medio de la ruptura han llegado el cambio y la esperanza de la mano de Obama. Apenas había comenzado a hablar el presidente electo, cuando el reverendo Jesse Jackson rompió a llorar emocionado, mientras por su cabeza posiblemente pasase el recuerdo de aquel 1968, cuando Martin Luther King habló del “I have a dream”. “Ahora mismo estoy viviendo ese sueño hecho realidad”, debió pensar Jackson entre sollozos, mientras desde el escenario Obama dejó tres frases para la historia. 1. "Un nuevo liderazgo en América ha empezado... Democracia, libertad, oportunidades... América puede cambiar". 2. "No somos una colección de estados republicanos y demócratas. Somos iglesias, casas, demócratas, republicanos, blancos, negros, discapacitados... Todos somos América". 3. "Nunca olvidaré que esta victoria os pertenece. No empezamos con dinero ni apoyos. Esto lo han construido hombres y mujeres que donaron 5 ó 10 dólares a la campaña, gente que lucha por una casa, jóvenes, una red de voluntarios... Ésta es vuestra victoria". En definitiva, contestó Obama a Jackson y Luther King, “el sueño americano sigue vivo”. Ningún país como EEUU ha hecho de ese sueño y de las oportunidades sus señas de identidad. Existe EEUU como nación porque esa nación nació de un sueño, un sueño en una oportunidad compartida. Así lo manifestó McCain en su discurso de honorable perdedor. Soberbio. Estadista. Compatriota. Hermano. El republicano se mojó y desde el primer momento se puso “al servicio de su Presidente”. Lección magistral de alta política, de política de Estado, de un sueño compartido, del que España y toda Europa en general carecen de cabo a rabo. Por eso América es América, porque los candidatos saben que ellos son el medio, pero el fin es la nación, el país, EEUU. Ese sueño compartido en el país de las oportunidades. McCain demostró su grandeza política en la derrota, en el momento más amargo, donde refrendó su valía como antiguo recluta y como servidor de su nación. Sin duda, ha sido el mejor momento del senador de Arizona en toda la campaña. Y llegó en la derrota, porque en EEUU ganador y perdedor reconocen que lo importante, lo único, es la victoria del país, no del candidato. Pero McCain fue el perdedor y el futuro lo marca el ganador: Obama. O mejor dicho, la persona que la sociedad civil estadounidense, el pueblo, los jóvenes, han querido encumbrar como el líder del futuro. Nadie como Obama ha sabido ganarse nunca tantos apoyos de jóvenes voluntarios, negros y blancos, ricos y pobres, de la costa este y de California. Obama es el triunfador, pero son ellos los auténticos ganadores. Ellos han dicho “no” al pasado y “sí” a un nuevo futuro, un futuro diferente. “Sí” a ese sueño y oportunidades que en los últimos tiempos parecían adormecidos si no aniquilados. Y son esos jóvenes de la generación Y, los que rebosan Facebook y todas las redes sociales, foros desde los cuales nació el mito de Obama. Barack es el político, el presidente, pero el cambio lo han protagonizado los jóvenes. Los jóvenes dijeron “sí” al “Yes, we can”. “Claro, que podemos”, dijeron millones de jóvenes en EEUU: “Claro que podemos cambiar el mundo, ese mundo de guerra y de supercapitalismo, de ingeniería financiera y de imperialismo”. Y Obama comprendió ese mensaje. El 4-N ya forma parte de la historia. Nadie lo duda. Quizá ese 4-N haya comenzado el auténtico siglo XXI y en ese parque de Chicago se haya puesto la primera piedra del futuro. Kennedy dijo a los entonces jóvenes en los años sesenta: “No pienses en lo que tu país puede hacer por ti sino en lo que tú puedes hacer por tu país”. Pues bien, Obama les ha recordado a esos jóvenes que tengan fe y esperanza, porque “ese sueño sigue vivo”, no está muerto. Muertos, si acaso, están otros, a quienes la estocada del premio Nobel a Paul Krugman (la gran voz crítica del capitalismo) y el descabello del triunfo de Obama (el crítico del imperialismo unilateral) han dejado moribundos en el suelo.


Algo ha cambiado ya en el mundo, y la alegría del pueblo americano lleva a intuir en que se trata de un cambio para mejor. Obama ha unido a todos. Y el mundo debe unirse entorno a ese mensaje de esperanza. Es el comienzo de una nueva era, de un nuevo tiempo. Pero como concluye el editorial de The New Cork Times, “That is a start. The nation’s many challenges are beyond the reach of any one man, or any one political party”. Es el comienzo. Bueno, el tercer comienzo. El primero lo firmó Abraham Lincoln al firmar el decreto de abolición de la segregación de los negros en 1863. Luther King vio el sueño y ahora Obama lo ha hecho realidad. Es sólo un comienzo, sí. Pero sólo por ese momento merece la pena soñar.
Juanma Roca, periodista independiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario