lunes, 1 de marzo de 2010

LOS BORGIA Y LAS COMPETENCIAS DEL LÍDER

¿Fue Alejandro VI (Rodrigo Borgia) un buen líder? ¿La avaricia de esta familia fue la causa de su ruina o la falta de competencias de liderazgo del Papa español Alejandro VI? En este caso el líder (o no líder, reflexión a la que os invito) Rodrigo Borgia es una persona con una fuerte personalidad, orientado al logro, con capacidad para mandar y gestionar al equipo (su familia), utilizándolo muchas veces como un mero instrumento de ejecución de sus ordenes. ¿Es esto suficiente para lograr su ambicioso objetivo? Existe una fuerte creencia anclada también en las empresas por la que asociamos al líder con dos formas de actuar: dando órdenes y gestionando al equipo. Nos cuesta más asociar al líder con otras actividades como pueden ser cohesionar puntos de vista diferentes, pedir y aceptar propuestas o entrenar y orientar al equipo. ¿Reúne Alejandro VI las competencias de un buen líder? Para el Papa español el “fin” justifica “los medios”, a pesar de que los medios usados supongan llevar a cabo todo tipo de acciones bárbaras, asesinatos despiadados y torpes traiciones. Se olvida de algo importante, que las acciones y los comportamientos de un líder poco éticos suponen un riesgo para la continuidad de su logro. El buen líder debe asumir riesgos “controlados” cuando está orientado al logro. No se interesa en conocer los sentimientos, necesidades y preocupaciones de sus hijos. Su falta de compresión le lleva a cometer errores irreparables como el equivocarse en la asignación de los roles del equipo. A Juan Borgia le coloca al frente del ejército, lo que le hubiera gustado a Cesar Borgia. Ambos hijos detentan puestos en los que tanto su capacidad como su compromiso son muy bajos. Un buen líder debe tomar conciencia de los sentimientos y preocupaciones del equipo, comprender sus necesidades y aprovechar la diversidad del mismo cultivando las oportunidades que nos brindan las diferentes personas que lo integran. Durante su papado tiene conciencia de todas las corrientes sociales y políticas que rodean al Vaticano. Sabe trabar perfectamente sus alianzas, negocia las uniones matrimoniales de sus hijos para aumentar su poder (a costa del sacrificio de los mismos) pero incumple sus promesas y compromisos. Una vez conseguido su objetivo traiciona a los que fueron sus aliados. No duda en deshacerse de lo que ya no le interesa. Un buen líder debe actuar con integridad y cumplir las promesas y compromisos. Como dice Covey: “La confianza es una cuenta corriente emocional con depósitos y reintegros”. Cuando nuestra forma de actuar supone fuertes reintegros de la confianza esto hace que se pierda toda la confianza depositada. El reintegro más importante es no cumplir con lo que se promete. Por último y no por ello menos importante, Alejandro VI no comparte su visión con su familia, su visión es la única válida y lejos de estar cohesionada, no duda en imponerla a los suyos de una forma cruel. Así es como surgen los egos de los hijos. Con visiones particulares, con intereses encontrados que dan lugar a envidias, rencores, rumores y traiciones absolutamente demoledoras. Los egos se convertirán en su peor enemigo. El buen líder tiene que alinear la misión, visión y valores de su equipo para lograr la cohesión de todos sus miembros que garantice el éxito de su empresa. De esta forma eliminará los egos y los transformará en sinergias que hacen que el equipo sea mucho más que la suma de sus miembros individuales. Si liderar es marcar la pauta y movilizar al equipo para que dé lo mejor de sí mismo. Y el liderazgo, como todos sabemos, te lo da o te lo quita el equipo, si tuviéramos la oportunidad de preguntar a los miembros del equipo Borgia, nos confiarían el secreto a voces de que Alejandro VI no reunía las competencias de un buen líder.
Nuria Sáez, gerente de Eurotalent

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