lunes, 1 de marzo de 2010

LAS DOS ESPAÑAS

Me temo que nuestro país está dividido en dos. Y no me refiero a la secular distinción entre la
España oficial y la España real, ni a la herencia social e ideológica de los dos bandos de una guerra absurda y fratricida que comenzó hace siete décadas. Lo que quiero resaltar es el abismo
cultural que separa a los que leemos de los que no leen. Los primeros somos una minoría del 39’6% de la población, según los datos del Eurobarómetro. Estamos, respecto al índice de lectura, a la cola de Europa, acompañados de Grecia y Portugal, muy lejos de los suecos, que pueden
presumir de que más del 71% de sus ciudadanos leen habitualmente. Somos “los últimos de la fila” de los 25 en sacar libros de las bibliotecas, con 0’2 ejemplares por habitante. Los finlandeses multiplican por cien ese dato, alcanzando los 20 por persona.

Esta carencia explica el retraso que sufrimos en la convergencia real con los países más avanzados de Europa. De ahí nuestro déficit de productividad, de calidad directiva, de emprendizaje, de I+D+i. Leer nos hace más libres, más maduros, más comprometidos, mejores
ciudadanos. Leer nos abre un mundo de posibilidades para diseñar y alcanzar nuestro propio destino. La lectura es el gran alimento para la mente humana; una vía insustituible para el desarrollo. Es la clave de la educación. Hace pocos meses Federico Mayor Zaragoza, exdirector
general de la UNESCO, nos recordaba aquellas palabras de Francisco Giner de los Ríos: “Educación es llegar a dirigir con sentido nuestra propia vida”. Informarnos (¿y formarnos?) exclusivamente a través de la televisión y la radio, pasto de opiniones ajenas, resulta
empobrecedor. Y, sin embargo, la mayor parte de nuestros compatriotas presume sin pudor de no leer absolutamente nada.

He tenido el privilegio de firmar mis obras en la Feria del Libro de Madrid (durante tres años) y en Sant Jordi en Barcelona, y, por tanto, conozco de cerca las emociones que comparten los libreros y sus clientes. En palabras del Presidente del Gobierno: “Los libros apoyan la paz y el diálogo. Es
difícil que de la lectura surja crispación o violencia. Sólo con pasear ante una librería uno siente que le convocan a la convivencia”.

Responsabilidad cultural corporativa: ésta es una de las nuevas fronteras de las empresas humanistas. Me consta que la mayoría de nuestros mejores directivos y empresarios son lectores
voraces. Sé que muchas de las mejores organizaciones (Mapfre, Zurich, Electrolux, Vodafone, ING Direct, Microsoft o TMB) regalan libros a sus profesionales. Tenemos que ir más allá: hemos de
atraer en los procesos de selección al talento que reflexiona, que se actualiza, que lee como hábito. Hemos de fomentar en los equipos la práctica de compartir lecturas y tratar sobre sus
aplicaciones prácticas. Hemos de defender un liderazgo que dedique tiempo y esfuerzo a conocer el pensamiento de vanguardia. ¿Se puede hoy definir e implantar una estrategia sin haber leído sobre el cuadro de mando integral, la ejecución, la co-creación de valor, los océanos
azules?, ¿se puede dar lo mejor como empresa sin estar familiarizado con lo que han escrito Savater, Marina, Álvarez de Mon, Casado o Fernández Aguado?

Vuelvo a citar al profesor Mayor Zaragoza, español universal: “La lectura es esencial para facilitar la transición desde una cultura de fuerza, de imposición y de violencia a una cultura de
tolerancia, de entendimiento, de diálogo, de paz”. Precisamente lo que nuestras compañías y nuestra sociedad necesita.

Juan Carlos Cubeiro, director de eurotalent Publicado en Expansión & Empleo el 11 de junio de 2005

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