martes, 2 de marzo de 2010

HABLÓ ETOO. SE FUE RONALDO

La Liga de fútbol ha terminado, para alegría de los merengues y decepción de los culés. Los
sevillistas pueden sentirse orgullosos de su triple participación hasta el final en Liga, Copa y UEFA. A partir de ahí, caben dos interpretaciones: pensar que todo ha sido producto de la diosa Fortuna (en este caso, aliada de la diosa Cibeles) o tratar de ir más allá para comprender realmente qué ha ocurrido y aplicar estas lecciones de la competición deportiva al mundo empresarial. Animo a los lectores a que se decanten por esta segunda opción porque, como dice el entrañable personaje de Fernando Fernán Gómez en la película Mía Sarah: 'Una prueba de inteligencia es ir dos pasos más allá de lo obvio'. Los expertos en dirección de empresarial hace ya años que nos enseñaron que el clima, el ambiente de trabajo, determina entre el 30% y el 40% de los resultados de negocio. Visitamos una tienda, nos alojamos en un hotel, tomamos una caña en un bar e inconscientemente comprobamos que, según sean las relaciones de los profesionales entre ellos, así será la mayor o menor calidad de servicio, nuestra percepción, positiva o negativa, como clientes y, en consecuencia, el éxito o fracaso de ese establecimiento, a corto, medio y largo plazo. Así de simple y así de poderoso es el impacto del clima en entornos empresariales. ¿Ocurre lo mismo en equipos de fútbol de Primera División, formados por jóvenes millonarios, ídolos de multitudes, figuras mediáticas? Podría parecer mentira; no obstante, la Liga 2006-07 es buena prueba de ello. Tras la jornada número 25, en la que el Real Madrid había empatado en el Vicente Calderón, el equipo blanco se encontraba a seis puntos de la cabeza, en cuarta posición. Quedaban 13 jornadas, y debía enfrentarse al Barcelona (en el Nou Camp), al Valencia, al Athletic, al Sevilla, al Dépor y al Zaragoza. ¿Misión imposible? Por entonces, sin duda. Hoy sabemos, a toro pasado, que no era así. Esperaba el club blanco una paliza en casa del vigente campeón de Liga y Champions, y tras el empate contra el Barça (3-3, con gol de Messi en el último minuto), empezó a creer en sus posibilidades. Encadenó tres victorias seguidas (contra equipos no muy arriba en la tabla: los hoy descendidos Nástic, Celta y Osasuna), pero perdió (merced a un penalti poco claro) en Santander. Sin embargo, no se descompuso ni bajó la guardia: ganó sufriendo al Valencia y al Sevilla en casa, goleó (1-4) en San Mamés y consiguió el “sorpasso” hasta el primer puesto remontando al Espanyol 4-3 en el Bernabéu (el Barça, esa jornada, empató en casa con el Betis, que ha coqueteado hasta el último momento con el descenso). El nuevo líder tenía que aguantar cuatro jornadas para lograr el éxito. Ganó al Recreativo en Huelva en el último suspiro (por una machada de Roberto Carlos), al Deportivo y, aunque empató en Zaragoza, Tamudo le aguó la fiesta a su eterno rival de la ciudad. La última remontada, frente al Mallorca a diez minutos del final, le dio el título. ¿Qué ha pasado en los últimos tres meses? Básicamente, una cosa: ha habido un “cambio climático” (en positivo) en la casa blanca y un “cambio climático” (en negativo) entre los azulgrana. Sin ánimo de hacer leña del árbol caído, la salida de Ronaldo (y de Cassano, en cierto modo) ha tenido un efecto enormemente valioso para el equipo ganador. El brasileño simbolizaba la inoperancia, la desidia, el desánimo. Vivía de rentas. En el campo estorbaba al pichichi Van Nistelrooy, porque no hay lugar para dos delanteros centros, y en el vestuario, a todos los demás. Su marcha provocó la reacción de los dos “galácticos” que quedaban, artífices del cambio de actitud: Beckham y Roberto Carlos. El entrenador supo reaccionar y contar con ellos. La voluntad férrea de Casillas, Sergio Ramos, Higuaín, Robinho; la genialidad puntual de Guti, y el espíritu de Raúl hicieron posible la transformación. En el F. C. Barcelona, unas declaraciones de Samuel Etoo, cuya rabia contra el equipo que le había traído a Europa y su conexión con el talento de Ronaldinho le había proporcionado al equipo dos Ligas, han provocado el efecto contrario. Arremetió contra el entrenador, contra sus compañeros, contra la entidad, y ante tal incontinencia verbal, que ratificó, no ocurrió nada. En palabras de Sergi Barjuan: 'Desde el día en que habló Etoo se abrió una brecha en el vestuario y todo salió al revés'. El entrenador no se atrevió a amonestarle y no pudo reconducir la situación. El clima de división y de prepotencia ha minado posibilidades. Posiblemente tenga razón Barjuan: 'Si hubiera querido, se habría llevado la Liga de calle'. Si no ha sido así, es por las emociones que se han generado. Tal es el poder del clima laboral en la consecución de resultados y el impacto negativo de los compañeros tóxicos. El líder (y en el fútbol hay tres: el presidente, el entrenador y el capitán) debe actuar y dirigir la situación, puesto que es responsable, por acción u omisión del ambiente que se genera.

Juan Carlos Cubeiro, director de Eurotalent Publicado en Cinco Días, el 23 junio de 2007

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