lunes, 1 de marzo de 2010

EL LÍDER CON ALAS Y TREN DE ATERRIZAJE

He leído un montón de libros sobre liderazgo, unos buenos, los menos, otros regulares y otros, los más, o malos o muy malos. A pesar de ello puedo asegurar que, al menos por el momento, no me ha pasado como al ilustre Hidalgo de La Mancha con los libros de caballerías, no han perturbado mi pensamiento al respecto, más bien al contrario, me han permitido centrarlo en lo que creo que, con toda modestia, debe de ser el “famoso” liderazgo. A todo ello ha contribuido, poderosamente, el haber conocido y convivido con directivos que se consideraban líderes o que se suponía que debían serlo. Efectivamente, algunos eran, en mi humilde opinión, verdaderos líderes otros, bastantes, ni lo eran, no lo habían sido, ni, probablemente, lo serán nunca. Eran “encantadores de serpientes”, “robamedallas”, manipuladores, “políticos de vía estrecha”, cuentistas, etc.…. podría citar nombres y apellidos pero no sería correcto. Para mí, a lo mejor estoy equivocado, un líder, o al menos lo que las empresas necesitan como tal, es alguien que, esencialmente, consigue resultados, para ser más preciso, buenos resultados, pero basándose en unos valores y en una ética. Lo siento pero en esto del liderazgo, a largo plazo no vale todo, y aunque el Príncipe de Machiavelo me parece un buen libro de liderazgo, el fin no puede, ni debe, justificar los medios si estos no se enmarcan en unos principios o valores éticos. El líder puede ser un gran estratega, puede ser un visionario capaz de ilusionar a su gente, puede ser un gran comunicador y hasta un maestro en las relaciones interpersonales, pero si no consigue buenos resultados si no basa su liderazgo en unos valores, si no tiene ética, entonces sirve para muy poco, por no decir que para nada. Pero, ¿cómo se consiguen resultados en la empresa? Salvo golpes de azar, que a veces existen pero suelen ser bastante efímeros, los resultados se consiguen haciendo cosas, es decir ejecutando estrategias y tácticas a través de las personas. No es suficiente con pensar, con tener una visión, con ilusionar, es necesario ejecutar y las personas son las que ejecutan lo que hay que hacer. Es decir hay dos premisas básicas para un buen líder ejecutar o mejor dicho lograr que las
personas ejecuten lo que hay que hacer. Y dando por sentado que los valores y la ética existen, como condición necesaria pero no suficiente, estos conceptos, ejecutar y personas, son críticos para el buen líder. Siempre me viene al pensamiento aquel dato estadístico de “sólo el 10% de las estrategias empresariales se ejecutan con éxito”, es un dato bastante demoledor. ¿Quiere esto decir que sólo el 10% de los líderes empresariales son realmente buenos? No me atrevería a afirmarlo rotundamente, pero da que pensar… Es decir un buen líder, o un buen liderazgo, es aquel que además de generar visiones ilusionantes y concebir estrategias brillantes se implica a fondo en la ejecución y para ello en la dirección y la gestión de las personas que trabajan para conseguirlo. Dicho de otra manera, la empresa necesita un timonel, pero si no se rema con energía el barco no va a ninguna parte. El buen líder es el que baja a la arena y se implica en el proceso de ejecución, el que dedica, como mínimo, un 40% de su tiempo a las personas de su equipo, a su selección, a su desarrollo, a evaluar y dar feed-back, a comunicar, no sólo a informar y sobre todo a escuchar. En una palabra a dirigir personas para conseguir que las cosas se hagan y con ello los buenos resultados que la empresa necesita. Es decir los buenos líderes, tienen que tener las alas para “volar”, pero también tienen que tener tren de aterrizaje, porque si no corren el riesgo de perderse en el espacio y estar siempre en las nubes, lo que equivale a no conseguir nada.



Vicente Blanco, director de Eurotalent

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