lunes, 1 de marzo de 2010

DESGLOSANDO LA FÓRMULA DEL ÉXITO (I)

Los japoneses y en cierta medida los canadienses y argentinos son especialistas en gestionar los biorritmos de sus ejecutivos. Pero saben muy bien que no es suficiente con encargar un negocio a un profesional que se encuentre en biorritmo positivo, es necesario gestionar también las circunstancias que rodean el negocio. Así, Ouchi, primero, Matsumoto, después, y Nonaka, finalmente, inmortalizaron la fórmula del éxito (E) como la conjunción de los biorritmos positivos (B+) en las circunstancias adecuadas (C+). Esta fórmula maravillosa sería (B+) x (C+) = E Ni Perogrullo se hubiera atrevido a decir que el éxito está asegurado cuando las circunstancias del negocio son proclives para las partes y el proceso se gestiona con profesionalidad, seguridad y confianza. Sin embargo, si se profundiza más en la fórmula nipona se puede observar que “biorritmo positivo” representa un valor añadido de enorme trascendencia. No ya la profesionalidad, seguridad y confianza, sino la capacidad de transmitirlo y hacerlo patente ante los demás. Las cinco variables que dan consistencia al elemento (B+) son: a) La imagen, cuyo concepto en ámbitos estratégicos es cada vez más abstracto. Justo Villafañe nos explica que “la imagen como representación es la conceptualización más cotidiana que poseemos y, quizá por ello, se reduce este fenómeno a unas cuantas manifestaciones. Sin embargo, comprende otros ámbitos que van más allá de los productos de la comunicación visual: implica también otros conceptos como el pensamiento, la percepción, la memoria, en suma, la conducta”. Para Matsumoto la imagen incluye, en situaciones de biorritmo positivo, un triple vector: 1.
autoimagen, directamente relacionada con la autoestima y el cuidado personal y que inevitablemente deriva en la imagen proyectada hacia el exterior; 2. representación como valor intuitivo y físico de aquello que el ejecutivo representa: empresa, función, competencias, poder, etc; y 3. imagen intencional que se concreta en lo que corporativamente se exige al ejecutivo en cada momento, es decir, la manifestación del deseo concreto, el objetivo inmediato y la eficiencia de sus acciones. b) El conocimiento, que incluye por supuesto, el conjunto de saberes y experiencias pero que además, desde la perspectiva del biorritmo positivo se expande en varias direcciones: 1.
conocimiento técnico del tema tratado ejercitando la verdadera profesionalidad del directivo, también llamado conocimiento interno; 2. conocimiento externo o capacidad de relacionar todos aquellos elementos ajenos y externos pero influyentes sobre cada acción o cada decisión; y 3. conocimiento de la contraparte, circunscribiéndose a los objetivos, deseos y motivaciones profesionales del oponente en el negocio. En las situaciones (B+) el conocimiento está fuertemente impregnado de pasión. Tres frases de David Baird nos ayudan a comprender la combinación conocimiento/pasión:
- El futuro depende de nuestra combinación de pasiones con los mejores intereses.
- Si tu cabeza y tu corazón van en buena dirección, no tendrás que preocuparte por tus pies.
- Si existiese un infierno sobre la tierra, habría que buscarlo en el corazón de un melancólico. c) El estado de ánimo. Si el carácter forja el destino de las personas, el estado de ánimo es el mejor camino hacia ese destino, pero exige siempre de actitud y acción. Sin ambas cosas es imposible prosperar. El conocimiento está muerto. Benjamín Disraeli repetía “Nunca des nada por hecho”.

En las situaciones de biorritmo positivo, el estado de ánimo se caracteriza, desde una visión personal, por un estado de ambición, de constante inclinación hacia la acción y de esperanza. Desde la perspectiva profesional es marcadísima la tendencia hacia la competitividad –estado de morder– y la eficiencia. En todo caso, el estado de ánimo se conjuga en gerundio. “Las ideas más brillantes de nuestro pensamiento estarán incompletas hasta encontrar una contrapartida en el mundo de los hechos” (William Shakespeare). d) “La persona sabia se adapta a las circunstancias que le ha tocado vivir” (Cicerón). “Si quieres sobrevivir: adáptate” (Felipe VII). “La capacidad de adaptación lleva al hombre a la felicidad pero la adaptación permanente sin ideales personales conduce al hombre a la imbecilidad” ( Bertrand Russell). Al analizar la adaptabilidad de los ejecutivos en los estados (B+) aparecen dos vértices diferentes: 1. la adaptación al negocio, tanto como aceptar que nuestras estrategias, políticas, procesos o sistemas, y que nuestras formas de hacer, deben adaptarse a las exigencias que el nuevo negocio precisa. A esta capacidad la denominaremos
Flexibilidad. 2. la adaptación al mundo de nuestro oponente. Conocerle, saber donde es fuerte y donde flaquea, gestionarle, conducirle, ceder y apretar, negociar con sus propias armas, etc. Este proceso le conocemos como Psicología Relacional, y por mucho que a veces nos repugne, debemos practicarla sutilmente. “Según la experiencia, las personas que no saben salir de su mundo y desenvolverse en el mundo de otras personas, agigantan sus vicios y empequeñecen sus virtudes” (Abraham Lincoln).

Las empresas saben que las personas en estado (B+) son más capaces de actuar con flexibilidad y psicología relacional y, por ello, están más cerca del éxito. e) Y por fin, el equilibrio personal que en el biorritmo positivo adquiere un protagonismo aún mayor. De una parte, las relaciones con el trabajo en general, es decir, con la corporación y con el entorno personal para alcanzar una difícil plataforma de paz, previsiblemente sostenible y, de otra, las relaciones con el trabajo concreto, en un momento concreto inspirado por un estado de compromiso muy marcado y la necesidad de unos resultados eficientes a corto plazo. “¿Qué vas a hacer con tu momento de buena suerte?” se preguntaba Confucio. “Voy a esforzarme más, a comprometerme más y a luchar por lo que quiero y necesito, pero no voy a pensar que lo que tengo me ha sido dado por otros”, contestaba el malogrado barón Guggenheim. Mientras que muchas organizaciones japonesas, argentinas, francesas y canadienses gestionan los biorritmos positivos de sus ejecutivos, parece que en España sólo se utiliza en el mundo del deporte. Indurain lo aplicó al batir el récord de la hora en México. Arantxa Sánchez Vicario dijo, antes de su primera final, de Roland Garros, que ganaría seguro, con independencia de la tenista que tuviera en frente, porque estaba en biorritmo positivo. Más recientemente, el presidente de la Federación Española de Atletismo pidió a Marta Domínguez que corriera la prueba de 5.000 metros en los Europeos de Goteborg porque en esa distancia su biorritmo era óptimo. Aún queda un largo camino por recorrer hasta que un directivo español adecue su agenda y sus compromisos importantes de negocio a sus biorritmos positivos. De la fórmula de éxito hemos analizado el primer concepto (B+). En el próximo número de Canal Eurotalent, analizaremos el segundo: circunstancias adecuadas (C+).

Fernando Bayón, director de Eurotalent

No hay comentarios:

Publicar un comentario