martes, 2 de marzo de 2010

TALENTO FEMENINO EN LA EMPRESA

Superada la época de la “guerra por el talento”, estamos en la era de la diversidad. Sin embargo, las empresas se siguen quejando de la escasez del talento y siguen con la idea lineal del talento único: cociente intelectual y formación académica. En los 80, Howard Gardner, profesor de Educación de la Universidad de Harvard, puso en tela de juicio ese concepto simplón de la inteligencia. Demostró que los seres humanos no tenemos un único tipo de inteligencia, sino inteligencias múltiples. Por lo que, con el paso del tiempo, surgen y se reconocen nuevas formas de talento y éste es el momento del talento femenino. El talento femenino siempre ha existido, sin embargo, no ha destacado tanto como en estos tiempos porque no se ha generado un caldo de cultivo para que aflorara en su punto de alto rendimiento, y también porque hasta ahora el mercado no lo reclamaba. Talento tenemos todos, cada cual el suyo. La ventaja de ser mujer es que la vida nos brinda más oportunidades para desarrollar nuestra inteligencia emocional. Hoy en día, el talento en el mundo empresarial es entre el 66% y el 90% pura inteligencia emocional y además vivimos en la era de las relaciones, de las redes. Las mujeres entendemos mucho de esto y no sólo nos sabemos la teoría. Claro está que no todas somos igual de talentosas. Vivimos la gran paradoja de disponer de multitud de posibilidades, retos y, a la vez, tenemos grandes dificultades y, sobre todo, complicadas elecciones vitales, ¿por qué parece tan complicado? El entorno es clave para que aflore el talento en términos de capacidad y compromiso de forma consistente. Las organizaciones capaces de conseguir que sus profesionales den lo mejor de sí mismos tienen una ventaja competitiva incuestionable, sin embargo recientes investigaciones demuestran que la gestión empresarial para la liberación del talento suele dejar mucho que desear. Esta situación es el reflejo de lo que sucede a nivel social, los cambios suceden sobre todo por imposición externa (legislación, presión social, moda...) más que por un convencimiento real de la necesidad de un equilibrio o igualdad de oportunidades. Con este contexto, ante la igualdad externa, corremos el riesgo de generar desigualdad interna. Como señala Steph Vermeulen, el talento puede ir acompañado de otro tipo de adjetivos: talento exhausto (acabar físicamente agotadas), talento anómico (sin propósito, con desconfianza), talento desanimado (dependencias, miedos) o talento descentrado (sentimientos de culpabilidad, aburrimiento). El talento sigue estando, pero el compromiso va decayendo y lo que todavía no sabemos predecir es durante cuánto tiempo puede mantenerse.
“El talento empresarial es entre el 66% y el 90% pura inteligencia emocional”  Entonces, ¿es el entorno el responsable de todos nuestros males? Responder afirmativamente es darle el poder a otros para decidir sobre nuestro futuro y también es evitar responsabilidades. Está demostrado que las expectativas emocionales tienden a cumplirse a sí mismas. Albert Ellis, uno de los padres de la terapia cognitiva, ha desarrollado el modelo ABC. Lo explica de la siguiente forma: La A corresponde a la adversidad; la C, a las consecuencias. Según él, podemos anticipar las consecuencias de una adversidad no por ésta en sí, sino por la B (beliefs, creencias); son las creencias las que provocan las consecuencias. Así que el entorno es sólo uno de los ingredientes en la ecuación del liderazgo de la mujer, pero el ingrediente estrella son nuestras propias creencias. El talento femenino es básicamente ser mujer y disfrutar siéndolo, creérselo. Sé tu misma es el mejor consejo que podemos dar a cualquier persona. Dejar de ser una misma para encajar en un puesto de trabajo o incluso en un estereotipo social es algo que muchas mujeres han venido haciendo para sobrevivir. Sobrevivir no es lo mismo que vivir, es bien distinto. Dejar aflorar todo nuestro talento es vivir.
Marta Romo, Gerente de Eurotalent Publicado en Infoempleo.com el 27 de enero de 2008

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