martes, 2 de marzo de 2010

LA GESTIÓN EN LA EMPRESA COMO ORFANATO

Miedos, inquietud, venganza, racionalidad y misterio se conjugan en esta película, un thriller psicológico que tiene paralelismos interesantes en el mundo empresarial El maestro Peter Drucker nos enseñó que la empresa ideal se parece a un hospital, a una universidad o a una orquesta sinfónica. Se refería a comunidades humanas en las que las tareas intelectuales suponen más del ochenta por ciento de la actividad. ¿Y la empresa como orfanato? Se ha dicho de todo sobre esta película protagonizada por Belén Rueda, pero no que puede servirnos como gran metáfora sobre algunas organizaciones empresariales. He aquí algunas claves: • El escenario: Una joven pareja, Laura y Carlos, quiere ganarse la vida montando una residencia para niños discapacitados en un bello rincón de Asturias. Como en el mundo de la empresa, el entorno físico se confunde con la propia forma de trabajar. El Palacio de Partarríu (Llanes), que aparece en la película es apacible y bucólico en ocasiones, horrible con mayor frecuencia (como en La semilla del diablo de Polanski; o Psicosis, de Hitchcock). En esta película, como en la vida empresarial, los personajes suelen confundirse con el decorado. • Los niños perdidos: La dulce existencia de Laura y Carlos se ve alterada por los «compañeros de juego» de Simón. Absentismo emocional, dimisión interior, drenaje de talento, falta de compromiso. Más de 7,6 millones de españoles, el 38% de la fuerza laboral, sufre trastornos psicológicos como consecuencia del trabajo. Lo que debería ser fuente de felicidad -el talento como disfrute- suele ser lo contrario. David Bolchover ha escrito en Los muertos vivientes que muchas personas acuden a su trabajo «a no hacer nada»: uno de cada tres visitantes de parques temáticos del Reino Unido en días laborables está de baja por enfermedad. • Un inquietante pasado: Tomás, el niño enmascarado como un espantapájaros; la gruta junto a la playa... Muchas organizaciones cuentan con «agujeros negros», tabúes sin resolver... y que arriesgan su supervivencia, porque son muy limitantes. • Dos mundos: Simón, el hijo de Laura (Roger Princep, un niño de ocho años elegido entre mil aspirantes), se pierde a lo Poltergeist. Sus padres dedican todo su esfuerzo en buscarle, pero no ahondan en las causas de su desaparición. Es, en la empresa, la «rotación no deseada». Como en la película, los profesionales se van en más de un 70% de los casos porque «su jefe» no les escucha y no les trata con el interés, respeto y dignidad que merecen. • La venganza: Inquietante el personaje de Benigna (Montserrat Carulla). En la peli y en la empresa, quien la hace la paga. Donde las dan, las toman; la crueldad suele obtener una justa recompensa. • La racionalidad: Fernando Cayo (que interpreta a Carlos en esta cinta y hace un tremendo papel de «jefe tóxico» en el film Mataharis) es un médico que desea dejar la casa en cuanto la incertidumbre le resulta insoportable. Es la dirección fría, desapasionada, sin emociones. Como si fuera la ciencia exacta que sin duda no es. Un triste papel para el directivo, que posiblemente ha aprendido en su MBA que el «management» es sólo ciencia. • La médium: Geraldine Chaplin es Aurora, capaz de conectar ambos mundos. En la empresa serían los expertos que recomiendan cómo atraer, fidelizar y desarrollar el talento. Carlos y Pilar -la psicóloga de la policía, el poder cohercitivo- no le hacen ni caso; la consideran una farsante. «Oyes, pero no escuchas», le dice a Laura. «No se trata de ver para creer, sino de creer para ver», añade. En la empresa, la escucha atenta y los esquemas mentales -la cultura corporativa- lo son todo. • El miedo: Laura empieza a resolver el enigma cuando verbaliza: «No tengo miedo». Ese es el gran consejo del padre de la calidad, Deming: «desterrad el miedo». Esa emoción, tan presente en las organizaciones, es el enemigo a desterrar. Hay vida después de la actual, aunque muchas empresas quieran convencernos de lo contrario. • El talento femenino: Belén Rueda, en su papel de Laura, aplica su «inteligencia maternal» con valentía y coraje, en la mejor tradición de la teniente Ripley (Sigourney Weaver) en Alien. Belén perdió 8 kilos durante el rodaje y fue aplaudida espontáneamente por el equipo al final de varias tomas. Es una gran pérdida que un 3% de nuestros altos directivos sean mujeres. • Un final abierto: El guión de Sergio G. Sánchez entronca con Otra vuelta de tuerca y Peter Pan (Laura es una Wendy de 37 años). Ambas, con final abierto, como el que nos ofrece El orfanato. Como en la empresa: su esperanza de vida ha bajado de 43 años (en los primeros 80) a 14 en la actualidad. El 95% de las organizaciones no dura ni cinco años. El mundo es más abierto que nunca. Cuando pierde a Simón, Laura le dice a su marido: «¿Quién va a dejar que cuide a su hijo si no soy capaz de cuidar del mío? ». El paralelismo con la empresa es evidente. ¿Cómo van a fiarse los clientes de compañías que no saben tratar a sus clientes internos?



Juan Carlos Cubeiro, director de Eurotalent Publicado en Expansión & Empleo, 3 y 4 de noviembre de 2007

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