Añora los tiempos de los héroes, y cree que los nuestros, con su culto al dinero y a la inmediatez, no ayudan a la aparición de modelos como los antiguos. En opinión de Carlos García Gual, ensayista y catedrático de Filología Clásica, “ninguno de nuestros políticos entraría en la categoría de los héroes, ni siquiera en los de tercera fila”. Una inmensa cultura, un gran sentido común y una humildad que salta a la vista… Quizá sean éstos los atributos del sabio. Desde luego así es Carlos García Gual, autor de libros clásicos como
Orígenes de la novela, y su aspecto no es muy diferente al de los sabios griegos que tanto admira.
- ¿Qué es la sabiduría? - Para mí es algo que a uno le apetecería tener. Pienso que está bien la modestia de los filósofos que no quisieron llamarse sabios, sino “buscadores de la sabiduría”. Yo no soy un sabio, sino una persona que ha leído muchos libros y que lleva mucho tiempo en la enseñanza. - En una ocasión me dijo que a usted le hubiera gustado ser “profesor de todo”…
- Yo soy un profesor bastante disperso porque me gustan muchas cosas. Me hubiera gustado una cátedra como “Historia de las Ideas”, o “Filosofía Antigua”, y he acabado siendo catedrático de Filología Griega, pero con muchas fugas, digamos, hacia otros campos. Tengo simpatía por los humanistas porque eran dispersos como yo.
- Usted es un gran experto en mitología. ¿Qué es un mito?
- Un mito es una narración tradicional, con personajes extraordinarios, dioses y héroes, que habla de un tiempo lejano y prestigioso, y que de alguna manera es un relato de interés colectivo.
- ¿Usted cree que los héroes míticos, mientras vivían, eran conscientes de ser míticos?
- Yo creo que son una creación de la fantasía popular, a base de unos núcleos históricos. Es decir, puede ser que la Ilíada se inspire en una guerra de Troya que tuvo alguna realidad. Ahora, los grandes héroes de Homero, Ulises, Aquiles… son criaturas de ficción, pero que tienen un encanto especial para la gente y para las generaciones que los recuerdan.
- ¿Qué modelos cree que tiene la gente de hoy?
- Los modelos han ido variando a lo largo de la Historia. Hoy el tipo de héroe guerrero no está de moda; más bien el tipo de héroe de hoy es el que está dispuesto a sacrificarse por los demás.
- Me gustó mucho una idea de uno de sus libros: el héroe vive en perpetua atención de lo que los demás piensan de él, mientras que el sabio se mantiene indiferente.
- En el mundo griego, sí, pero ahora cabe un tipo de héroe más despreocupado de la fama. Para los griegos era muy importante, como para Aquiles, Ulises… el dejar buena fama, el que la gente apreciara su acción.
- ¿Cómo era esa “buena fama”?
- Es un tipo de moral que se ha llamado agonal, moral de lucha, donde la gran recompensa es la gloria. En otras culturas el héroe no vive tan pendiente de su fama. Y efectivamente, el sabio se caracteriza por su independencia, por su autonomía, porque sabe ser feliz con sus propias limitaciones. - ¿Por qué Alejandro Magno dormía con la Ilíada debajo de la almohada?
- Quería ser un nuevo Aquiles y por eso lleva consigo en una caja preciosa la Ilíada. Hay que recordar que él había tenido como maestro a Aristóteles, y quizá con él había leído la Ilíada.
- ¿Un mundo muy distinto al nuestro?
- Es el mundo de los grandes héroes, héroes de vida corta, como Aquiles, esforzados y de gran gloria. Cosa que le ocurrió también a Alejandro. Pero es la tendencia al modelo heroico, y el de Alejandro era Aquiles.
- ¿Se parecían tanto?
- En algo se parecían: en la audacia, en la juventud, en la búsqueda de la fama, en arrostrar los peligros. Luego Alejandro era un genio de la política y de la estrategia, iba a cambiar el mundo… Aquiles no. Era más bien un guerrero arcaico. Alejandro era mucho más, pero él se inspiraba en ese modelo. Y de alguna manera los grandes emperadores romanos se inspirarán en Alejandro. El modelo de César y Augusto es Alejandro, y el de Napoleón es Alejandro también.
- ¿Cuáles serían los modelos de Blair o Rajoy?
- Me es muy difícil decirlo, pero no creo que tengan grandes modelos. Yo creo que pertenecen a otro tipo de personas, decentes, con una trayectoria política, pero ninguno de ellos entraría en la categoría de los héroes, ni siquiera de tercera fila.
- ¿Cómo ve el panorama político?
- Vivimos en una sociedad democrática un tanto satisfecha, con un margen amplio de libertades, con una economía a grandes líneas satisfactoria, dentro de que sigue habiendo pobreza… Por otro lado, el mundo de la cultura, por lo menos para los que nos hemos formado en una cultura tradicional, no es muy atractivo.
- ¿Por qué?
- La alta cultura está en momentos graves de crisis porque todo, a través de los medios de comunicación, está en función de la masa, del éxito inmediato, de la divulgación, de un éxito económico. Las tendencias generales van en contra de lo que ha sido la cultura, algo aristocrático. Eso se ve en la enseñanza también. No soplan buenos vientos, y es un fenómeno mundial.
- Usted ha ganado el Premio Nacional de Traducción en dos ocasiones. ¿Dónde está el difícil arte de la traducción?
- Está bien decirlo siempre como arte. La traducción tiene mucho de oficio y de experiencia, pero también hay algo de estilo personal, y creo que se deben combinar las dos cosas. En mi caso, yo no he traducido por obligación o por ganar dinero, y siempre he traducido a autores y textos que me gustaban mucho.
- Usted tiene un libro sobre el Rey Arturo. ¿Por qué le interesa tanto?
- Me gusta ese mundo mítico de leyendas y de héroes. Tiene algo que ver con el mundo antiguo. Las leyendas artúricas son fascinantes; es curioso cómo hay ecos sueltos con la fantasía actual que se escribe ahora. Por ejemplo, aunque no sea artúrico, El señor de los anillos, de Tolkien, que era un medievalista, tiene mucho en común con ese mundo de héroes.
- ¿Qué nos puede aportar todo ese mundo hoy?
- Frente al egoísmo, la mezquindad burguesa, el mundo de la comodidad en que vivimos, la búsqueda de las pequeñas satisfacciones… hay un ideal de aventura fundamentalmente, de enfrentarse a los poderes malignos para conseguir un mundo mejor.
- Y algo más… - Y está el amor cortés, el amor difícil, la exaltación de la pasión… todo esto contrasta con la vida corriente, pero yo creo que es una de las funciones de la literatura, el ofrecer ideales que nos hacen pensar en un mundo mejor, un mundo más valiente, sacrificado.
- ¿Cómo sería la vida sin todo esto, profesor?
- Yo creo que una vida de niño sin cuentos, sin mitos, sin literatura, es una vida tremendamente empobrecida. La literatura es necesaria para darle a la vida una cierta calidad. Habrá gente que prefiera ganar dinero, dedicada a un oficio, y que no lea nada, pero yo creo que eso es un empobrecimiento de la verdadera vida, que es la vida de la fantasía y de la imaginación.
- ¿Cree que nuestro mundo premia la mediocridad?
- Sí, premia un poco la adaptación al medio. Es curioso cómo las últimas revoluciones han terminado en fracaso, y siempre triunfa la medianía, lo más trivial. - Vivimos tiempos confusos entonces.
- La gente, y es una tendencia de nuestra época, desprecia e ignora demasiado el pasado, lo conoce cada vez peor. El éxito de las novelas pseudohistóricas, tan de moda hoy, es lamentable, porque está basado en un manejo trucado y falso de la Historia. Es el tipo de las novelas de Dan Brown.
Eduardo Martínez Rico, periodista Publicado en Época, nº 1.117 del 29 de septiembre al 5 de octubre de 2006
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