lunes, 1 de marzo de 2010

EL “JEFE TÓXICO” VISTE DE PRADA

Nunca imaginaríamos a un “jefe tóxico” vestido de Prada, asociamos la belleza con la perfección, pero qué ocurre cuando esa perfección la llevamos hasta el extremo, cuando trabajamos en una compañía en la que los valores y la cultura que el líder impone son una reproducción del producto que vende (en este caso la gran revista de moda), que exige personas perfectas, con looks impecables y auténticas maniquíes. Este es el clima en el que se sumerge nuestra aspirante a periodista Andrea Sachs (Andy) cuando es contratada en la revista Runway, como segunda asistenta de la redactora jefa Miranda, espléndida Meryl Streep, que la película asocia con la temible Anna Wintour. Se topa con la “jefa tóxica” más emblemática del mundo de la moda. Obsesionada por su imagen, aprovechada y ególatra hasta la médula, resulta una jefa temible y caprichosa e imposible de satisfacer. Y, ¿a qué llamamos jefe tóxico? Es aquella persona considerada “inaguantable” por sus colaboradores. Es realmente nociva para la salud mental y física de todos los “sufridores” que trabajan con y para él. No exageramos, según el psicólogo George Fieldman: “Se ha constatado un aumento de la presión arterial estadística y clínicamente significativo en aquellos empleados que tenían que aguantar a un jefe que no les gustaba”. Esta hipertensión provocada por un jefe puede elevar el riesgo de enfermedades cardiacas en un 16% y la posibilidad de sufrir un infarto en un 33%. Está claro que para nuestra aspirante a periodista el entrar en una de las empresas de moda más prestigiosas de NY (Vogue en la novela), como asistente de la gran Miranda Priestly, puede suponer una oportunidad laboral pero no olvidemos que también puede suponer una amenaza para su salud (mental y física). Todo el mundo le aconseja que aproveche esta “gran oportunidad” y ella decide seguir adelante con una meta muy clara (visión a largo plazo), aguantar un tiempo de modo que esta experiencia laboral le pueda servir de trampolín para cumplir su sueño, convertirse en periodista. Decide “sufrir” a su inaguantable jefa con sus constantes humillaciones, sus exigencias estúpidas y sus llamadas a todas horas sin dejarle tiempo para su vida personal, convirtiéndose en una bella gestora de toxinas que viste de Prada, Dolce & Gabbana, Versace. Llamamos gestor de toxinas a aquella persona que actúa con empatía para evitar el sufrimiento y, por tanto, absorbe las toxinas generadas por su jefe. Un “tándem tóxico” está formado siempre por un jefe tóxico y un gestor de toxinas
¿Qué estrategia debe seguir Andrea?
La estrategia a seguir vendrá determinada según el tipo de “jefe tóxico”:
• Si es insufrible por estrategia y está convencido de que siendo exigente le va mejor, lo que tendría que hacer es trazar una contra estrategia.
• Si es tóxico por situación, es una persona de trato difícil porque le ha ocurrido algo, podría ser una persona agradable o razonable en condiciones normales, pero en circunstancias es odiosa. La estrategia a seguir sería descubrir y quitar hierro a los factores que le provocan.
• Y si es “insoportable” por constitución. Intratable porque así lo dicta su temperamento y su personalidad; lo tiene tan arraigado que se comporta así aunque vaya en contra de sus propios intereses, la estrategia que debería seguir es saber quién tiene el poder, dominar o desistir. Tal y como ocurre en este caso, Andy, después de pasar un tiempo “absorbiendo toxinas”, decide buscar otros vías o caminos alternativos en dónde poder “desarrollar sus competencias”. Esta situación nada exagerada en la película, sino léanse la novela, es la que sufren muchas personas en su empresa. Seguro que más de uno se habrá sentido identificado. Los datos son escalofriantes, según el Observatorio Cisneros de la Universidad de Alcalá de Henares, un 36% de los jefes de nuestro país son considerados “tóxicos” por sus colaboradores. Nuria Chinchilla (profesora de IESE) nos dice que “el 70% de las personas que abandonan sus empresas lo hacen por una mala relación con su jefe”. Como reflexión final podemos decir que las personas no abandonan a las empresas, abandonan a sus “jefes”. ¿Podemos permitir que el alto porcentaje de” jefes tóxicos” que existe actualmente en las empresas provoque esta gran fuga de talentos?





Nuria Sáez, gerente de Eurotalent

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