lunes, 1 de marzo de 2010

¿APORTAS O ABSORBES ENERGÍA?

Septiembre, tiempo de energías renovadas. Confío en que, como las aves migratorias (más de 5.000 millones de especies que vuelan miles de kilómetros para sobrevivir), hayas hecho acopio de reservas energéticas para iniciar la aventura de esta nueva temporada. Porque, en un mundo empresarial que define el talento como capacidad por compromiso, la energía (personal, del equipo y de la organización) es esencial para la consecución de resultados. Rob Cross, profesor de la Universidad de Virginia, y Andrew Parker, investigador de IBM, nos cuentan en El poder oculto de las redes sociales que los intercambios de energía entre personas están influidos por los comportamientos de éstas, pero también por las características de la relación (la jerarquía, por ejemplo) y están sometidas a cinco dimensiones: una visión atractiva sobre el futuro (posibilidades, no problemas), una contribución dotada de sentido, implicación personal, percepción de avances y creencia en la consecución del objetivo. Efectivamente, los seres humanos somos animales sociales necesitados de proyecto vital. Cross y Parker nos hacen ocho preguntas que determinan hasta qué punto cada uno de nosotros aporta o absorbe energía de los demás: 1. ¿Te esfuerzas en desarrollar las relaciones en el día a día? 2. ¿Haces lo que has prometido hacer? 3. ¿Te enfrentas a los temas difíciles con sinceridad e integridad? 4. ¿Das soluciones en lugar de presentar las dificultades? 5. Cuando no estás de acuerdo con una opinión, ¿te centras en el tema en vez de atacar a quien la propone? 6. ¿Estás concentrado mental y físicamente en las reuniones y conversaciones? 7. ¿Eres flexible, o tratas de llevar a los demás siempre a tu punto de vista? 8. ¿Utilizas adecuadamente tus conocimientos y experiencia? Te propongo respecto a este test puntuar entre 1 y 10 cada pregunta pensando en ti mismo, y pedirle a cinco personas de tu entorno laboral que lo cumplimenten anónimamente sobre ti. A partir del contraste puedes sentar las bases de un plan de acción personal relativo a tu capacidad de elevar o reducir la energía de tu equipo. En el fondo, podemos encontrarnos con tres escenarios: A) el energizador (más de 7’5 puntos de media en opinión ajena), apreciado por su coherencia, dedicación y adaptación al entorno. Energizador consciente si las puntuaciones de los demás vienen a coincidir con la propia e inconsciente en el resto de los casos. B) el vampiro energético (menos de 2’5 puntos de media en opinión ajena): deja a los demás sin energía por su inconsistencia (no practica lo que predica), su falta de concentración y su rigidez. C) la zona neutral (entre 2’5 y 7’5 puntos). Asimismo, te propongo calificar a tu jefe respecto al nivel de energía que entrega o se lleva de vosotros. Si lo puntúas como un gran energizador, enhorabuena. Seguro que da gusto estar con él o con ella y aprender de la relación laboral. Si, por el contrario, se trata de un vampiro energético, las consecuencias para tu rendimiento, tu productividad e incluso tu salud son bien conocidas. Trata de que el jefe cambie (edúcale tú mismo o a través de un coach), o cambia de jefe, o cambia de trabajo. Está comprobado que un jefe “tóxico” puede elevar la presión sanguínea de sus colaboradores tras una reunión hasta un 30%. Mucho me temo que la mayoría de nuestros jefes son absorbedores de energía que no se dan cuenta de ello, o no le dan importancia. Como dirían mis admirados Faemino y Cansado, “así nos luce el pelo, amigo”.
Juan Carlos Cubeiro, director de eurotalent
Publicado en Expansión & Empleo el 3 y 4 de septiembre de 2005

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